Un grupo de científicos de Malasia y Estados Unidos identificó 34 mil 802 genes que conforman el genoma de la planta, los cuales se podrían manipular para aprovechar ciertas virtudes, así como minimizar riesgos relacionados con el cultivo.
La junta de Aceite de Palma de Malasia, Mpob, financió un estudio que permitió descubrir 34 mil 802 genes que hacen parte de la secuencia del genoma de la palma de aceite. Los investigadores, Ravigadevi Sambanthamurthi y Robert Martienssen sostienen que los agricultores deben plantar semillas más productivas, como la ‘tenera’ que origina la gran mayoría de aceites que se comercializan a nivel mundial.
El trabajo, que se dio a conocer en la Revista Nature, servirá para que los agricultores mejoren la producción y la calidad del aceite. También evita que los cultivos de palma ocupen más espacio en los bosques tropicales, los cuales día a día necesitan mayor protección. (Lea: Innovación tecnológica en cultivo y producción de palma de aceite)
Juan Carlos Espinosa, director ambiental de la Federación Nacional de Cultivadores de Palma, Fedepalma, sostuvo que la demanda de aceite de palma continuará creciendo a nivel mundial, ya que la población podría llegar a los 9 mil millones de habitantes en todo el planeta antes de 2050.
“Esto implica un reto para los palmeros que deben encontrar caminos para hacer más productivos sus cultivos, y uno de esos sin duda es el mejoramiento genético”, comentó Espinosa.
Finalmente, la Federación Nacional de Biocombustibles de Colombia, Fedebiocombustibles, le dijo a CONtexto ganadero que el aceite de palma es la materia prima en la elaboración para la producción de biodiésel, al contar con este descubrimiento se podría iniciar con la manipulación genética del fruto para prevenir problemas fitosanitarios y así evitarle a los productores cuantiosas pérdidas económicas. (Lea: La palma de aceite y su poder transformador)
“Si tenemos la posibilidad de manipular el genoma de la palma, podemos garantizar a futuro el control eficaz de enfermedades comunes como la pudrición de cogollo, que en la mayoría de casos termina generando pérdidas a los productores, ocasionando una disminución drástica de la disponibilidad de materias primas para la producción de biodiésel”, puntualizó la Federación.