En un programa de manejo de praderas, la fertilización balanceada aumenta la cantidad y calidad del forraje. Para obtener una buena respuesta de la fertilización, es necesario tener en cuenta varios factores relacionados con el suelo, el clima y la planta.
Además, para un uso eficiente de los fertilizantes se debe considerar la clase de fertilizante, la frecuencia, dosis, método y época de aplicación, todo esto relacionado con la especie de pasto que se va a fertilizar y con el tipo de animal que lo va a consumir.
Factores relacionados con el suelo
Primero, hay que conocer muy bien el terreno, tanto en sus condiciones químicas como en sus características físicas, y en otras condiciones como topografía, drenaje interno y externo, entre otros. (Lea: 5 factores que aumentan la predisposición de minerales en el suelo)
El análisis químico del suelo indica la cantidad y proporción en que se encuentran los diferentes nutrimentos requeridos por la planta y algunos otros componentes que, aunque no sean esenciales, pueden influenciar su desarrollo, como es el caso del sodio (Na) y el aluminio (Al).
Este análisis permite determinar los elementos que se encuentran en buena cantidad; los que son deficientes y se puede esperar una buena respuesta de su aplicación; y los que son limitantes y si no se aplican, pueden reducir la cantidad o calidad del forraje producido.
Adicionalmente, indica la proporción relativa de los diferentes nutrientes, factor que debe ser considerado en el programa de fertilización, pues las plantas los requieren en determinadas proporciones, y un exceso de uno puede bloquear la asimilación del otro.
En cuanto a las condiciones físicas del suelo, factores como la aireación y capacidad de retención de humedad inciden sobre la facilidad con que se desarrollan las raíces y, por consiguiente, sobre la habilidad de la planta para utilizar los fertilizantes aplicados.
La estructura tiende a deteriorarse con el pastoreo continuo, pues se va presentando compactación del suelo, caracterizada por la disminución de los espacios porosos. En estas condiciones, la eficiencia de utilización de los fertilizantes es baja.
Los nutrientes no pueden penetrar el suelo, permaneciendo en la superficie, donde se pueden perder por escorrentía o por reacciones químicas que liberan algunos de los componentes como el nitrógeno (N), que se puede perder hacia la atmósfera en forma gaseosa.
Condiciones externas como la topografía son de gran importancia práctica al hacer aplicaciones de fertilizantes. En las zonas pendientes los productos se lavan fácilmente con la lluvia o el riego, y por tanto, lo más práctico es aplicar mayor cantidad en las zonas altas y utilizar dosis menores en las bajas, que reciben la escorrentía de las superiores.
Para evitar pérdidas de fertilizante en zonas de mal drenaje interno y externo, es necesario utilizar fuentes poco volátiles y hacer aplicaciones frecuentes de dosis bajas. (Reportaje: Sin fertilización no hay forraje y sin pasto no hay producción de leche)
La textura del suelo es otra característica física relacionada con la fertilización. Suelos muy livianos (arenosos), tienden a perder mucho fertilizante por lavado o percolación, por lo cual deben recibir dosis bajas y frecuentes de fertilizantes.
Por el contrario, los suelos pesados (arcillosos o gredosos) retienen mejor los fertilizantes, pero se corre el riesgo de que algunas arcillas, como las amorfas, fijen elementos como el fósforo (P).
Factores relacionados con el clima
El clima tiene como principales componentes la temperatura y la humedad: de estos dos, el más importante para la fertilización es la humedad, en aspectos relacionados con la cantidad y distribución de la precipitación.
La cantidad de lluvia en un lugar es importante, pues los fertilizantes químicos son solubles en mayor o menor grado. En zonas de alta precipitación, se deben hacer aplicaciones bajas y frecuentes, para evitar que el material se solubilice pronto y se pueda perder por escorrentía y lixiviación, o aplicar dosis mayores para compensar las pérdidas por estos fenómenos.
En cambio, en zonas secas, al no existir suficiente humedad en el suelo, los fertilizantes permanecen sobre la superficie y se van solubilizando muy lentamente, con el peligro de que sufran reacciones químicas y ataques bacteriales que puedan liberar algunos elementos. En estos suelos es más recomendable hacer fertilizaciones estratégicas, utilizando al máximo las épocas de precipitación o aplicando riego.
Factores relacionados con la planta
Las distintas especies de forrajes difieren notablemente en sus requerimientos nutricionales, por esta razón no existe un fertilizante universal, que pueda ser aplicado tanto a gramíneas como a leguminosas y llene los requerimientos de todas ellas.
Incluso dentro de un mismo grupo de plantas forrajeras, por ejemplo las gramíneas, unas tienen altos requerimientos de nitrógeno (N), como los raigrases (Lolium spp.), mientras otras demandan más fósforo (P), calcio (Ca) o azufre (S).
La demanda nutricional de las diferentes especies forrajeras es muy variable y depende, en general, de tres factores principales: su capacidad para extraer nutrimentos del suelo, el requerimiento nutricional interno de la planta y el potencial de producción de la especie.
La cantidad de nutrientes extraídos por una especie depende de ella y es independiente del sitio donde se cultive, para un nivel determinado de producción. De lo anterior se puede concluir lo siguiente:
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La fertilización adquiere mayor significado en aquellas especies con alto potencial genético de producción, como los raigrases y el pasto estrella (Cynodon niemfluensis, C. plectostachyus). (Lea: ¿Sabe usted cómo determinar cuáles minerales son antagónicos o no?)
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En la medida que los niveles de tecnificación en el manejo de la explotación ganadera permitan alcanzar altos rendimientos de forraje, la práctica de la fertilización adquiere mayor importancia, como es el caso de las rotaciones y cebas intensivas, en las cuales es casi imposible obtener resultados satisfactorios sin el componente de fertilización.
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Al determinar la dosis apropiada de fertilización debe tomarse en cuenta el nivel esperado de producción de forraje, en función de las condiciones del suelo, medio ambiente, tecnología aplicada y potencial genético en productividad, de la especie forrajera.