En la agricultura convencional el sulfato amónico es uno de los fertilizantes más utilizados para aportar nitrógeno y azufre a los cultivos. Se trata de una fuente de nitrógeno altamente soluble que se asimila rápidamente por las plantas, aunque en grandes cantidades puede ser tóxica. Su uso está limitado en la hidroponía, pero en suelos bien drenados y controlando la dosis, puede ser muy efectivo.
El sulfato amónico se obtiene por síntesis química a partir de amoníaco y ácido sulfúrico, lo que lo hace incompatible con la agricultura ecológica. A pesar de esto, su uso sigue siendo muy popular debido a su facilidad de uso y buen rendimiento en diferentes tipos de cultivos.
El nitrógeno es un elemento esencial para el crecimiento de las plantas y se encuentra en abundancia en la atmósfera en forma de gas nitrógeno (N2). Sin embargo, las plantas no pueden utilizar directamente el N2, por lo que necesitan que este se transforme en nitratos (NO3-) o amonio (NH4+) para poder absorberlo.
El sulfato amónico es una fuente de nitrógeno en forma de amonio, que es más fácilmente asimilable por las plantas que los nitratos. Además, también aporta azufre, otro elemento esencial para el crecimiento vegetal.
El azufre está presente en los aminoácidos y proteínas de las plantas, y es esencial para la formación de clorofila. También juega un papel importante en la producción de compuestos aromáticos en cultivos como la cebolla, el ajo o el puerro.
El sulfato amónico se presenta en forma de cristales blancos que se disuelven fácilmente en agua. Es un fertilizante muy soluble que se puede aplicar tanto al suelo como al agua de riego. También se puede mezclar con otros fertilizantes para obtener una mezcla personalizada.
Ventajas del sulfato amónico
Una de las principales ventajas del sulfato amónico es su facilidad de aplicación. Al ser un fertilizante soluble, se puede aplicar directamente al suelo o diluir en agua de riego. Además, su efecto es inmediato, por lo que las plantas pueden absorber los nutrientes de manera rápida y eficiente.
La dosis de sulfato amónico dependerá del tipo de cultivo y de las necesidades específicas de cada planta. En general, se recomienda aplicar entre 25 y 50 kg de sulfato amónico por hectárea, distribuidos en varias aplicaciones a lo largo del ciclo vegetativo de la planta.
Es importante tener en cuenta que el sulfato amónico puede ser tóxico para las plantas si se aplica en grandes cantidades. Por esta razón, es necesario seguir las recomendaciones de dosis y aplicaciones adecuadas para cada cultivo.