Estos métodos divergentes de manejo del suelo han generado un debate constante entre agricultores, científicos y defensores del medio ambiente. La adopción de prácticas agrícolas sostenibles y la gestión responsable del suelo son fundamentales para garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo y la salud del medio ambiente. (Lea en CONtexto ganadero: Los beneficios de la Siembra Directa)
Ronald Dickel, ingeniero agrónomo, asegura que la siembra directa sin labranza es un método agrícola que implica la siembra de cultivos sin alterar significativamente la capa superior del suelo.
En lugar de remover los residuos de la cosecha anterior y arar el suelo, los agricultores que practican la siembra directa simplemente perforan el suelo para sembrar la semillas.
Este enfoque presenta varias ventajas clave como la conservación del suelo, reducción del consumo de energía, mejora de la estructura del suelo.
Por otro lado, la remoción del suelo implica la alteración física del suelo a través de la labranza y la eliminación de los residuos de la cosecha anterior antes de sembrar nuevos cultivos. Este enfoque ha sido tradicionalmente utilizado por muchos productores y sigue siendo común.
Las principales características de la remoción del suelo incluyen control de malezas y plagas, mejora de la disponibilidad de nutrientes y preparación del lecho de siembra.
Diferencias entre siembra directa y remoción del suelo
Dickel asegura que “un suelo bien estructurado que tenga la incorporación de raíces establecidas, va aireando la tierra y generando mayor microbiología. El suelo se va inflando y va teniendo espacio tanto para el oxígeno como para el agua, lo cual muestra un suelo con más vitalidad y productividad”.
Sin embargo, un suelo que se remueve “con el tiempo se va compactando y perdiendo todo el oxígeno y la microbiología. Además, esta va quedando muy adentro y generando una pérdida de nutrientes muy significativa”, añade Dickel.
Este último enfoque dificulta la penetración de cualquier herramienta debido a que se pierden los poros que tiene el suelo y no permite la aireación.
“Una parcela con siembra directa tiene un suelo mejor estructurado, en el cual se permite que las raíces ingresen fácilmente en la tierra. Esto es fundamental para la productividad del mismo porque en la medida en que haya mayor microbiología, hay más beneficios para la productividad del suelo porque las plantas utilizan menos energía para desarrollar las raíces y, por ende, hay beneficios para el productor”, describe Dickel. (Lea en CONtexto ganadero: Cómo hacer y qué tener en cuenta en la siembra directa ecológica)