Debido a la grave problemática que afrontan los suelos a nivel mundial, desde el Centro de Investigación Tibaitatá de Agrosavia se vienen realizando estudios que permitan la generación de propuestas tecnológicas para mejorar la salud del microbioma del suelo.
Para ello se cuenta con cooperación internacional y nacional que conducirían a generar paquetes tecnológicos para el manejo sostenible de suelos.
Es así como se están utilizando varias herramientas biotecnológicas como parte integral para mejorar la calidad del suelo, entre las cuales se encuentran la utilización de bacterias promotoras de crecimiento vegetal, sistemas de labranza apropiados, incorporación de abonos verdes, intersiembra (gramíneas-leguminosas), aplicación de compost generado con residuos agrícolas y uso adecuado del agua, entre otros. (Lea: Investigadores controlan microbiomas del ganado para reducir el metano)
Los resultados de este esfuerzo redundarán en sistemas productivos más sustentables a través del tiempo, mejorando la salud del suelo, la cual está íntimamente relacionada con las propiedades químicas y físicas.
Al mismo tiempo con la información generada, Agrosavia está incursionando en estandarización de metodologías para medir la calidad y salud del suelo, que en un futuro serán indicadores del efecto del manejo de los cultivos.
Esto se está haciendo porque durante los últimos 40 años se ha perdido, a nivel mundial, alrededor de una tercera parte de la tierra cultivable por efectos de la erosión, pero lo más preocupante es que esta cifra continúa en aumento en más de 10 millones de hectáreas por año. Esta situación redunda en que el 80 % de los suelos agrícolas del mundo sufran erosión moderada a severa, y el 10% una erosión ligera, de acuerdo con un informe de la FAO. (Lea: En el Día Mundial del Suelo, el objetivo es detener la erosión para salvar al planeta)
Por su parte un estudio realizado por el Ideam, el Ministerio de Ambiente y la UDCA en 2015, demostró que en Colombia el panorama no es más alentador, debido a que el 40 % de la superficie continental e insular es afectada por la erosión; de esta área el 20 % presenta erosión ligera, el 17 % erosión moderada, el 3 % erosión severa y el 0,2 % presenta erosión muy severa.
Las áreas de uso exclusivamente agrícola corresponden a cerca de 2.078.094 hectáreas, de las cuales el 93 % presenta erosión, situación que es ocasionada por el manejo inadecuado en las labores agrícolas. En cuanto a los departamentos de Boyacá y Cundinamarca, se observa que la afectación por este fenómeno es cada vez mayor. En el caso de Boyacá el 72,1 % de los suelos presentan algún grado de afectación por erosión y el 6,8 % presenta grados severos; en Cundinamarca el 80.3 % de los suelos se encuentran afectados por algún grado de erosión y el 5 % presenta grados severos.
La erosión es un proceso que ocasiona la pérdida de las funciones y servicios ecosistémicos; este tipo de degradación de los suelos en la mayoría de los casos no es evidente, pero actúa en tal magnitud que promueve la pérdida de sus capacidades como reguladores en el ciclo hídrico de los ecosistemas y como almacenadores de grandes cantidades de carbono, disminuyendo la captación de gases efecto invernadero. (Lea: 3 medidas que los ganaderos pueden tomar para evitar erosión de suelos)
De otra parte, existen efectos que son más tangibles, como es el caso de la pérdida de los rendimientos de los cultivos comerciales y sus efectos en la oferta y los precios de los alimentos, situación que genera implicaciones directas en la seguridad alimentaria de millones de personas.
Teniendo en cuenta que la oferta de servicios ecosistémicos depende directamente de la salud de los suelos, es una necesidad urgente y un reto para la investigación, generar tecnologías y prácticas sostenibles que mitiguen su degradación, y promuevan la adaptación de las plantas a condiciones de variabilidad climática, señala Agrosavia.
En este sentido, es fundamental entender que el suelo está “vivo” y es uno de los ecosistemas con mayor biodiversidad en la tierra. Un gramo de suelo contiene, en promedio, más de mil millones de células que incluyen bacterias, arqueas, hongos y protistas, estos microrganismos son denominados colectivamente como el microbioma del suelo. (Lea: Estas son las amenazas que impulsan la degradación del suelo)
El papel del microbioma del suelo ha adquirido relevancia en los últimos 20 años con el desarrollo de nuevas técnicas; hoy sabemos que es responsable de los ciclos biogeoquímicos que sustentan la vida en la tierra (por ejemplo, los de carbono, nitrógeno, fósforo, azufre y del agua).
El microbioma es esencial en una variedad de funciones del ecosistema como la estimulación del crecimiento de las plantas y la formación de estructuras químicas y físicas del suelo. El manejo adecuado del suelo en producciones agroindustriales es esencial para mantener la salud del microbioma, y de esta forma afrontar el reto de producir y a la vez que conservar este valioso recurso.