Daniel Sandoval, creador de Somkebox, ideó este sistema luego de ver la gran cantidad de residuos que los estudiantes de la Universidad de San Sebastián de Concepción, en Chile, dejaban. “Smokebox es una empresa dedicada a la recolección de colillas de cigarrillo. Todo empezó en el año 2007, cuando estaba en la universidad con mis compañeros y vimos que había un problema muy grande, las colillas que estaban regadas en el patio regaban un color amarillo y nos dimos cuenta de que era tóxico. Fue así como nos empeñamos en el desarrollo de un sistema que permitiera solucionar la contaminación ambiental”, aseguró Daniel Sandoval, ingeniero civil de Biotecnología de la Universidad de San Sebastián, USS, de Concepción, en Chile. Así nació Smokebox, un sistema que cualquier empresa puede adquirir para que los fumadores depositen la colilla de cigarrillo y estas sean enviadas a Concepción. “Las transformamos en varias cosas, una de las aplicaciones más importantes es el uso del ácido nicotínico, que se encuentra en las remanentes del tabaco no combustionado de la colilla, con un fin nutritivo, en este caso arándanos”, agregó Sandoval. (Lea: El raquis, el elemento clave para fertilizar la palma de aceite) El fertilizante es usado en Monte Águila con sorprendentes resultados: “Si antes un arándano medía 14 milímetros, con esta tecnología su calibre puede crecer hasta los 18, con todo lo que eso significa al enviar la fruta al extranjero. Con una sola colilla procesada se puede inocular una planta grande”, precisó el ingeniero. El contenedor está hecho a base de acero inoxidable y pintura a prueba de incendios, en otras palabras, es considerado como “un gran cenicero”. “Uno va a cualquier parte y está lleno de colillas de cigarros, pese a que una sola puede contaminar hasta 20 litros de agua. Por suerte hoy la tendencia es el reciclaje“, indicó. El sistema a futuro El experto aseguró que también hay otra línea de trabajo relacionada con el uso del acetato de celulosa, la cual podría servir para otro tipo de cultivos. “Asimismo, el equipo desarrolla un anticorrosivo para el sector minero, el cual es biodegradable y sirve para proteger piezas metálicas que están sometidas a ambientes salinos o con alta diferencia de temperatura, baja humedad y agentes oxidantes fuertes”. (Lea: Los carreteros recicladores de Bogotá buscan la formalización) Afirmó que este tipo de biotecnología “está lejos de tocar techo”. Con su equipo de trabajo investiga otras propiedades para abarcar otra frutas de exportación. “También estudiaremos el reciclaje de pilas, que hoy no es del todo efectivo para el cuidado del medio ambiente”. Actualmente, tiene 2 proyectos que le quitan el sueño. El primero está ubicado en un terreno en Pucón, que funcionará como Parque Tecnológico para fomentar la innovación socioambiental y estudiar bacterias de volcanes que podrían ser efectivas para reciclar productos tóxicos. A esto se suma Lab8, donde complementa su labor académica en la USS transmitiendo conocimientos para aterrizar la ciencia y ponerla al servicio de la gente.