La degradación de praderas afecta los tres componentes del sistema ganadero: suelo, planta, animal y se relacionan entre sí. A continuación, CONtexto ganadero presenta las consecuencias de este problema en cada uno de estos.
Álvaro Rincón Castillo, PhD en Ciencias Agropecuarias y Fisiología de la Universidad Nacional, describió en el artículo “Degradación de praderas y estrategias para su recuperación” la relación entre la degradación de la pradera y los componentes del sistema.
De este modo, señaló que la baja fertilidad y compactación de los suelos por el pisoteo del animal trae como consecuencia una baja productividad de forraje, que por ser la principal fuente de alimentación de los bovinos afecta su productividad.
De acuerdo con el experto, existe una relación en las causas que contribuyen al desarrollo de los impactos negativos en los sistemas ganaderos. (Lea: Estos son algunos aciertos y errores en el establecimiento de praderas)
Al presentarse déficit de minerales en el suelo por baja fertilidad natural y falta de fertilización en el establecimiento y mantenimiento de praderas, la disponibilidad y calidad del forraje se reduce, provocando sobrepastoreo y pérdidas en ganancias de peso o producción de leche.
La pérdida de cobertura ocasionada por la desaparición de las plantas de pasto contribuye a la compactación de los suelos por pisoteo y/o invasión de malezas, así como también la baja fertilidad de los suelos contribuye la extracción de minerales que hace el animal.
Compactación de los suelos
El efecto del pisoteo del animal en la compactación del suelo es otra causa importante en la disminución de la productividad de la pradera. La compactación es el producto de la pérdida de los espacios porosos en el suelo debido a una fuerte presión externa.
Estos espacios son los lugares donde se almacena aire y agua, pero si se reducen o eliminan, el suelo pierde la propiedad de brindar condiciones óptimas para el desarrollo radical de las plantas. (Lea: Conozca las causas puntuales de la degradación de praderas)
Aumento de la población de especies vegetales indeseables
Las malezas en praderas establecidas compiten con las especies forrajeras por espacio, luz, agua y nutrientes. Además, pueden causar intoxicación a los animales o daños físicos si se trata de plantas tóxicas que son ingeridas por animales en cantidades apreciables.
Estas producen alteraciones en su metabolismo, abortos, hipotiroidismo, fotosensibilización, alteraciones neuromusculares e incluso la muerte. Hay algunas que transmiten malos olores a la leche y otras que producen en los animales deficiencia de tiamina.
Baja disponibilidad de forraje para pastoreo
Durante la época de lluvias, la disponibilidad de forraje en algunas praderas degradadas se reduce aún más en la época seca, disminuyendo en más de 50 % el forraje necesario para el consumo de bovinos, como lo reveló un estudio en el piedemonte llanero de Colombia.
Disminución en la calidad nutritiva del forraje
Otro factor que influye en la baja productividad de animales que pastorean praderas degradadas es la baja calidad nutritiva de estas. (Lea: Así podemos reversar el proceso de degradación de praderas)
Reducción en producción de carne y/o leche
La baja producción de forraje, la invasión de malezas de los potreros y la baja calidad nutritiva de los pastos inciden directamente en la producción animal. El pastoreo en praderas de gramíneas introducidas o en asociación gramínea-leguminosa debe estar de acuerdo con la disponibilidad del forraje y con la proporción de los componentes de la asociación.
El experto sostuvo que se presenta deterioro de las praderas por sobrepastoreo al utilizar cargas muy altas o por falta de un descanso de la pradera que permita la producción suficiente del nuevo material vegetal.
A medida que se incrementa la frecuencia e intensidad de defoliación, la acumulación de materia seca se reduce debido a una disminución en la intercepción de la luz por las hojas encargadas del proceso de la fotosíntesis, agotamiento de los nutrientes de reserva o baja absorción de nutrientes y agua.
De este modo, los animales no reciben los nutrientes necesarios para mantener sus producciones, como se puede apreciar en estudios adelantados con B. decumbens en la Orinoquía, donde el ganado presentó caídas entre 200 y 300 g/animal al año o se han dejado de producir entre 1200 a 1400 l/ha por lactancia.