Para que las plantas forrajeras inicien un nuevo crecimiento o rebrote, se requiere de la interacción de una serie de principios que influyen directamente en su desarrollo. Conozca cuáles son y cómo intervienen en este proceso.
Álvaro Rincón Castillo, PhD en Ciencias Agropecuarias y Fisiología de la Universidad Nacional, describió en el texto “Manejo de praderas bajo pastoreo” que se trata de tres factores que depende unos de otros para contribuir al desarrollo de la planta. Estos son:
Capacidad de captar la luz
La energía solar que llega a la tierra está compuesta por radiación de diferentes longitudes de onda, siendo la luz visible, comprendida entre la radiación azul (400 nm) y el rojo distante (710 nm), la más importante para las plantas para el proceso de la fotosíntesis.
Esta se conoce como radiación fotosintéticamente activa (RFA), de la cual un 95 % absorbida por las hojas de las plantas se pierde en forma de calor y solo el 5 % es utilizada por los cloroplastos para la fotosíntesis. (Lea: La sombra natural incide en el crecimiento del pasto Mombasa)
El producto de la fotosíntesis en pastos es biomasa de hojas y tallos que sirven de alimento para el ganado, no es conveniente que toda sea consumida, pues la cantidad de luz que deja en el forraje influye en la tasa de crecimiento y formación de nuevo tejido vegetal.
De ahí la importancia de manejar la altura de pastoreo adecuada y la permanencia en el potrero de forraje residual, que es consumido cuando se hace sobrepastoreo, afectando la producción de nuevos brotes y provocando la desaparición del pasto o la degradación de las praderas.
El experto señaló que los pastos tropicales utilizados en nuestro medio (Brachiaria sp, Panicum sp) están clasificados como plantas del grupo C4 con características importantes de eficiencia en la utilización de la luz solar, utilizan más energía y asimilar el CO2 con mayor rapidez.
Índice de área foliar
Se define como la relación entre el área de la superficie de las hojas de una especie, en comparación con la superficie del suelo que ocupa. Por ejemplo, si una pradera tiene una IAF de 4, significa que existe 4 veces más superficie de hojas que de suelo de una determinada área.
La eficiencia en el uso de la radiación solar incide directamente en el desarrollo de la pradera en función de la cantidad de luz interceptada por el follaje y la eficiencia fotosintética de las hojas. (Lea: Tenga en cuenta la importancia de la intensidad de la luz solar en el pasto)
El éxito en la recuperación de plantas forrajeras después de la defoliación se debe tanto al almacenamiento de compuestos de reserva, como también al área foliar residual que queda después; estos dos mecanismos actúan en forma complementarla.
Reservas orgánicas
Los pastos acumulan en sus tejidos carbohidratos estructurales y no estructurales. Los primeros son fuente de energía para los bovinos que los consumen, en tanto que los segundos son las reservas orgánicas que tienen los pastos para producir forraje después del corte o pastoreo.
Las reservas orgánicas localizadas en tallos, coronas y raíces son el mecanismo de las plantas forrajeras para activar el rebrote, asegurar su persistencia y mantener su producción. Están constituidas principalmente por carbohidratos no estructurales y compuestos nitrogenados.
Las reservas son usadas para el mantenimiento de la planta y para la producción de biomasa aérea y subterránea después del corte o del pastoreo. (Lea: Conozca algunos aspectos morfológicos y fenológicos de las especies forrajeras)
El pisoteo en praderas de gramínea pura disminuye los rendimientos hasta el 5 % en especies resistentes, pero puede llegar a disminuirlo hasta el 50% en especies susceptibles. Los efectos del pisoteo son mayores en época húmeda que en época seca.