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PorCONtexto ganadero-18 de Noviembre 2024
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Por - 18 de Abril 2013
CONtexto ganadero habló con Amylkar Acosta un hombre que ha dedicado su vida al estudio, el análisis de la realidad colombiana, al desempeño de importantes cargos, a la actividad política y parlamentaria, y a la férrea disciplina partidaria.
El pasado 12 de abril Amylkar Acosta lanzó el libro ‘Biocombustibles, oportunidad o amenaza’ y sobre el mismo le preguntamos; también entregó sus impresiones sobre la actualidad económica del país, acerca de lo que considera es el futuro del petróleo y le dio una mirada a las políticas gubernamentales.
CONtexto ganadero (CG) En día pasados lanzó su libro ‘Biocombustibles, oportunidad o amenaza’, en qué consiste exactamente?
Amylkar Acosta (AA): Es una obra que he venido desarrollando durante los últimos 6 años en torno a la importancia, la trascendencia que tienen los biocombustibles como alternativa energética para el país; que de alguna manera contribuyen precisamente a diversificar la matriz energética de Colombia. (Columna: La industria estancada)
CG: Por qué entonces hablar de los biocombustibles como una oportunidad?
AA: En mi concepto lo son no solo para Colombia, sino pare el mundo por 3 razones fundamentales. La primera es que en el mundo es cada vez más escaso y costoso el petróleo. Traer un barril de crudo al país es mucho más costoso que hace 20 años y eso repercute en el precio de este hidrocarburo.
Para darle una idea en 1973 el barril se cobraba a máximo US$2 y esta semana, a pesar de la baja en el precio internacional que ha tenido el crudo sigue oscilando alrededor de los US$90 el barril. Esto quiere decir que estamos en una era de combustibles escasos y costosos. En el mundo se depende cada vez menos de los combustibles de origen fósil, como el petróleo.
En segundo término el tema ambiental, cada vez hay mayor preocupación por el tema del cambio climático y se ha establecido que ello responde en gran medida a las concentraciones de gases de efectos invernadero. En gran medida esos gases son producto de la combustión de los hidrocarburos.
Entonces, sabiendo que no podremos librarnos de esos gases en mucho tiempo, sino que debemos convivir con ellos, lo que debemos es ver como mejorar su calidad. A la mezcla de los biocombustibles se le debe añadir un poco de etanol a la gasolina o de aceite al diésel; en la media que se esto se hace más frecuentemente se oxigena el combustible y de paso esas se reducen las emisiones de efecto invernadero.
En tercer término, también es una oportunidad porque para reducir ese etanol que se mezcla con la gasolina o el aceite que se mezcla con el diésel es indispensable contar con la materia prima, que en este caso son los productos agrícolas y eso permite desarrollar este renglón de la economía, reduciendo la pobreza y la precariedad tan propia del campo en Colombia. Genera trabajo y se mejoran las condiciones de la población rural del país.
CG: En qué momento entonces se convierten los biocombustibles en una amenaza?
AA: Cuando hablo de amenaza me refiero a no producir biocombustibles solo por hacerlo sino hacerlo en condiciones idóneas, que no se atente contra la seguridad alimentaria. Desde este punto de vista en Colombia se debe tener especial cuidado con las áreas sembradas, ya sea con caña, yuca, remolacha, palma africana; que no se haga a expensas de estar zonas protegidas, que no sean cultivos que afecten la biodiversidad. (Columna: La industria en estado comatoso)
En este sentido Colombia tiene un gran potencial en el campo, porque de 21, 5 millones de hectáreas que hay en Colombia con vocación agrícola, apenas se han utilizado 4, lo que quiere decir que tenemos más de 17 millones de hectáreas ociosas.
No tiene entonces que ser incompatible el tema de los insumos para los biocombustibles con la producción alimentaria. Colombia tiene como convertirse en lo que alguna vez llamó el presidente López Michelsen en la despensa de la región y al mismo tiempo desarrollar esta industria.
CG: Es Colombia un país líder en la producción de biocombustibles?
AA: Indudablemente, después de Estados Unidos, que está ala vanguardia y de Brasil, que le pisa los talones, Colombia es el tercer país en el continenete en desarrollar la industria de los biocombustibles, particularmente lo que hace referencia al etanol.
En cuanto al biodiésel, es posible afirmar que Colombia está a la vanguardia. No existe ningún otro país en el mundo que se equipare con el nuestro en el porcentaje de muestras de biodiesel. Acá estamos con mezclas alrededor del 8%, mientras que Europa que es quien le sigue no supera el 4%. En cuanto a producción, después de Argentina somos el segundo país en su producción.
CG: Cómo percibe las iniciativas que han surgido desde entidades gremiales como Fedepalma y Asocaña para incentivar el uso de biodiesel y de etanol?
AA: En la medida en la que se ha ido consolidando la industria de los biocombustibles, el sector privado que es quien ha venido desarrollando estos proyectos, además de Ecopetrol que tiene ya una planta, tiene totalmente copada la demanda existente. (Lea: “Tendremos cero tolerancia con la Pudrición del Cogollo”, Jens Mesa)
La producción actual de etanol y de biodiesel es suficiente para abastecer el porcentaje de mezclas que se debe generar. De manera que la única horma de seguir creciendo en producción es sobre la base de aumentar los porcentajes de la mezcla, algo que está en manos del Estado, pero que es algo que está precedido en los estudios que han sido realizados por universidades y validados por centros de investigación que demuestran que se pueden aumentar dichos porcentajes sin mayores inconvenietes.
Esta agroindustria está esperando señales del Gobierno que hagan posible su consolidación y expansión, además de poder sacar provecho a su faceta exportadora, por lo que ya se vienen dando pasos conducentes para que Colombia sea productor y exportador de biocombustibles.
Una mirada panorámica a la economía de Colombia
CG: Hablando de combustibles tradicionales, cómo está el panorama en el país, se logrará seguir produciendo el millón de barriles diarios que anunció el Gobierno?
AA: Ese es el reto que tiene el país, difícil de sostener, porque para garantizar que se mantenga la producción en el millón de barriles diarios se hace necesario que de cara a los años venideros se tenga un aporte de aproximadamente unos 340 millones de barriles de reserva cada año, lo cual significaría un hallazgo similar al de un quifa, que es el campo más importante descubierto en el país, hacia el año de 2008.
Esto quiere decir que necesitamos hallar un campo igual o nuevos desarrollos que permitan una mayor tasa de recobro de los campos en explotación, que garanticen que se puedan incorporar anualmente los 340 millones de barriles. (Lea: Reservas petroleras en Colombia solo alcanzarían para 8 años más)
CG: Qué opinión le merecen las medidas anunciadas por el Gobierno con el denominado ‘pipe’?
AA: Lo primero es que extrañamente, luego de varios anuncios de un plan de choque por parte del Gobierno para reactivar la economía, que ha mostrado en los últimos trimestres que viene en un franco proceso de desaceleración, el presidente Santos cuando hace su anuncio comienza por decir que no se trata de un plan de choque y así lo advierte porque a su juicio la economía viene creciendo bien, que de lo que se trata es de consolidarla, pero no porque esté en crisis.
Si partimos de la base de que como vamos, vamos bien, eso nos puede llevar a posiciones de confort que no da señales apropiadas a los diversos agentes económicos.
Hay algunas de esas medidas que se están empaquetando en lo que llaman ‘pipe’ como medidas nuevas, que realmente no lo son. Por ejemplo la nivelación arancelaria, hace ya 2 años que se hizo para insumos y para productos que no se producen en el país, algo que está bien, pero que no se pueden presentar como medidas nuevas.
También la política del Banco de la República de seguir comprando dólares, para así intervenir el mercado y contribuir a que se devalúe el peso con relación al dólar, medida que ahora complementan con otra, que yo comparto, pero sigo sin entender porqué se resisten a ponerle control a los capitales especulativos, al endeudamiento externo del sector privado que también presionan la tasa de cambio. (Lea: Gobierno busca reactivar industria y actividad agropecuaria)
Hay otros aspectos que favorecen el desarrollo del campo, falta ver como se instrumentan esas medidas, para que no se queden en el papel.
Recibo con beneficio de inventario la afirmación de que la economía crecerá un punto más y que lograrán generarse 350 mil nuevos empleos, cuando aquí se firmó el TLC con EE.UU. se dijo que pasaría lo mismo, y no solo no crecimos sino bajamos del 6,6% al 4%. Veo a la economía muy alejada de las previsiones de crecimiento del Gobierno.
CG: El instituto ADEN puso a Colombia en el puesto 8 de 18 a nivel de competitividad, qué lectura le da usted a ese hecho?
AA: Las distintas mediciones que se vienen haciendo en el Foro Económico Mundial muestran el descenso de un punto, pero el problema acá no es solo de competitividad, o de tasa de cambio, sino de productividad. (Lea: Colombia cae en ranking de competitividad en Latinoamérica)
El Nobel de Economía Paul Krugman hablando de competitividad dijo que la productividad no lo es todo, pero a largo plazo lo es casi todo. De manera que debemos ser conscientes de la necesidad de avanzar en la agenda interna para la competitividad, eso que se trabajaron desde tantos entes y que hoy en día están allí guardados en anaqueles sin uso alguno.
Debemos pasar del Power Point para comenzar a ejecutar esa agenda para la competitividad, que es la única que puede darnos la capacidad de que el país pueda tener tasas más altas de crecimiento hacia el futuro y hacerlas sostenibles en el tiempo.
CG: Desde su perspectiva, cuál es el panorama actual que enfrenta Colombia con respecto a los TLC con EE.UU y el de la UE?
AA: Colombia ha estado más afanada por firmar los TLC que por prepararse para enfrentarlos. El Gobierno ha debido quitar el pie del acelerador de esas negociaciones, porque esa no es la mejor coyuntura para que esos tratados entren en vigencia.
Hoy en día eso es ya irreversible, lo que se tiene es que implementar es un verdadero plan de choque que trascienda la coyuntura. No se trata de ver como paliamos el tema con esas medidas anunciadas en el ‘pipe’ sino de ver como hacerlo a largo plazo y eso pasa por la diversificación de nuestra base económica, de nuestra oferta exportadora, de los mercados hacia los cuales exportamos. (Columna: La desindustrialización en su apogeo)
También se debe profundizar y ampliar el mercado interno y retomar algo que hemos abandonado mucho tiempo y es la integración regional, algo que por mucho tiempo lideró Colombia, pero que por el afán del TLC unilateral con EE.UU. se tiró por la borda, como por ejemplo la Comunidad Andina de Naciones.
CG: Para terminar, cómo avizora el futuro de la economía del país?
AA: Precisamente, a propósito del informe entregado esta semana por el Fondo Monetario Internacional, FMI, ellos proyectan que América Latina crecerá este año entre un 3,4 % y un 3,6 % y a Colombia le bajaron esa expectativa de 4,3% a 4 % y advierten que se vienen dificultades de una economía mundial que no despega, y en esas circunstancias plantean como el país mantiene la tasa de desempleo más alta del continente con un 10,3 % y en esas circunstancias realmente se impone la necesidad de que Colombia tenga un viraje no en sus políticas económicas, sino en su modelo que es el que nos devuelto a una reprimarización de la economía.
Estamos dependiendo de la minería y los hidrocarburos y ya vemos como estamos en lo que yo llamo ‘el cuarto menguante’ de la materias primas porque se han venido contrayendo el mercado y destorciendo los precios y eso se ha traducido en un deterioro de los términos comerciales del país.
El petróleo está a la baja, casi ha llegado a un 10 %, el carbón está bajando también y las perspectivas de estos dos renglones no son las mejores teniendo en cuenta la revolución energética que se está dando los EE.UU. en donde con base en nuevas tecnologías han venido desarrollando la explotación de hidrocarburos no convencionales, algo que lo convierte en nuestro competidor, cuando era nuestro principal mercado hasta hace poco.
El país debe pensar cómo fortalecer y apalancar la industria, lo mismo que la agricultura y la ganadería, buscando que el país diversifique sus riesgos y tenga otras alternativas.
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