Las manufacturas vienen perdiendo participación de manera sostenida en el rubro de las exportaciones, al tiempo que vienen ganando cada vez una mayor participación en las importaciones.
Concomitantemente la industria manufacturera ha visto menguada su participación tanto en el PIB como en la generación de empleo. Ahora tenemos una industria que a duras penas pesa el 12% en el PIB, después de representar el 22% a lo largo de los años 80; es decir que en la última década perdió 10 puntos porcentuales. Tenemos, entonces, una industria raquítica que crece muy poco, como ya lo vimos en 2012, año este durante el cual, como lo señaló el DANE, no creció. (Columna: La industria estancada)
No faltan quienes arguyen que ello es “normal”, que esa misma tendencia se ha venido dando en los países desarrollados, en donde el sector servicios y su denominada “tercera revolución industrial” crece de la mano de las nuevas tecnologías, en detrimento del sector primario y de la industria.
Pero, no se puede confundir la gimnasia con la magnesia; como lo sostiene ANIF “el análisis histórico del proceso de desindustrialización en Colombia (1970 – 2010) no parece tener como motivantes ni el diferencial de la productividad industrial, ni el haber alcanzado niveles de desarrollo (medido por PIB per cápita) como los alcanzados por el mundo desarrollado. Así, la hipótesis de un camino ´secular´ de desindustrialización no parece tener mayor asidero para el caso de Colombia, como a veces parece indicarlo el discurso ´oficial´”.
De acuerdo con el estudio coordinado por el ex ministro de Hacienda José A Ocampo y Astrid Martínez, entre 1992 y 2007 el ritmo de crecimiento anual promedio del número de plantas industriales en el país fue de – 0.55%. En otras palabras, que a través del tiempo se cerraron más fábricas de las que se crearon. Según el más reciente reporte de las cámaras de comercio, durante el 2012 se extinguieron 82.338 empresas, 26% menos que en 2011 pero la cifra sigue siendo alarmante. (Lea: Reservas petroleras en Colombia solo alcanzarían para 8 años más)
En la última década el terreno que ha ido perdiendo la industria y la agricultura en el PIB lo ha ido ganando no el sector de servicios, como ha ocurrido en los países desarrollados, sino el sector de la minería y los hidrocarburos.
El sector de Minas y petróleo pasó de participar con el 2.9% en los años 80 al 8% actualmente; entre tanto, las exportaciones de este sector se elevó desde el 10% en 1970 a cerca del 70% en la actualidad. Ello ha repercutido en los índices de desempleo, ya que este último sector sólo ha absorbido parcialmente la participación que ha perdido la industria en el empleo total.
En efecto, como lo señala ANIF, “el descenso del empleo industrial fue más marcado, mostrando una caída de 12.3 puntos porcentuales, con lo que pasó de representar el 29% del empleo total durante 1975 – 1980 a tan solo un 13.1% durante 2005 – 2008, el empleo minero pasó de representar el 0.4% del empleo total al 1.2%”. (Lea: La revaluación persiste)
Ello se explica en gran medida porque el sector de Minas y Petróleo, que es el que ha venido desplazando la industria manufacturera, es intensivo en capital mientras el sector industrial es intensivo en mano de obra. Ello también influye en la calidad del empleo, en este sentido es muy diciente que mientras la población ocupada no asalariada viene creciendo a una rata de 4.6% mientras la asalariada sólo el 1.5%.
Como lo señala la Directora de la CEPAL Alicia Bárcena, refiriéndose a esta tendencia en América Latina, “es necesario superar modelos basados en importaciones y consumo, potenciar la productividad, las inversiones de calidad y desarrollar una explícita política industrial”. Ello es tanto más pertinente si, como lo plantea The Economist, el gran interrogante es si este gran ciclo de las materias primas, como lo llaman algunos, está llegando a su fin”. (Lea: Sin reservas no se podría seguir produciendo un millón de barriles)
El propio ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, muestra su preocupación al respecto al manifestar que “cuando a nosotros nos dicen que el sector minero –energético ha aumentado su participación en el PIB y que pesa lo mismo que la industria, o que es el 75 por ciento de las exportaciones, eso no necesariamente es una buena noticia”. Y, pensando con el deseo, dice que “lo ideal es que todos los sectores crezcan…
Lo más importante aquí es la industria”, que cree “en una política activa para estimular a la industria local”, pero mientras tanto el sector industrial y los industriales siguen a la espera de la misma. Ojalá no sea tarde cuando se decidan a promover y fomentar el desarrollo industrial, como lo vienen haciendo los demás países.