En el Cesar, donde la brisa acaricia los potreros, la historia de esta productora se convirtió en un testimonio de resiliencia inquebrantable. Su experiencia es un ejemplo de cómo sobrevivir a la adversidad y cómo la ganadería es fuente de oportunidad para salir adelante.
Oriunda de Becerril (Cesar), Belkis tiene una historia marcada por la advertencia. Esta mujer se enfrentó al miedo y la violencia, y con una determinación férrea, decidió no rendirse. Es una luchadora que transformó el dolor y la incertidumbre en determinación.
Su regreso al campo después de haber sido víctima de un secuestro no solo fue retomar la actividad ganadera, sino que se convirtió en un símbolo de resiliencia y empoderamiento. (Lea en CONtexto ganadero: La inseguridad en el campo colombiano: una realidad aplastante)
Todo cambió
Era el año 2010. Como cada quincena, Barros y su esposo se dirigían a su finca a pagarles a sus trabajadores. La rutina de siempre, una jornada que debía terminar con el regreso a casa. Pero el destino tenía otros planes.
En el trayecto de vuelta, en una zona conocida como el ‘Quiebrapatas’ en el municipio de Becerril en Cesar, cuatro hombres armados aparecieron de la nada y detuvieron su vehículo. Lo que parecía un día habitual en la finca se convirtió en una pesadilla. La separaron de su esposo y de la esposa de un trabajador, y la llevaron a la fuerza a una zona apartada.
Durante horas, estuvo cautiva, obligada a recorrer caminos desconocidos, sometida a un terror indescriptible. En un acto de desesperación, logró ocultar su teléfono móvil, aferrándose a la única esperanza que tenía de escapar.
Fue ese aparato el que le permitió comunicarse con su hermana y, a través de ella, con la policía. Sin embargo, la situación aún no terminaba. En medio del escape, cayó de la motocicleta en la que la trasladaban. En un segundo intento, la caída le dio la oportunidad que tanto esperaba. Corrió, sin mirar atrás, con el miedo latiéndole en la piel, hasta que encontró refugio.
La policía llegó a la finca y, con su intervención, se evitó un desenlace peor. Barros se enteró de que su esposo había sido liberado. Pero ella, en cambio, iba a ser destinada como la moneda de canje de los criminales.
El secuestro no se consumó como lo habían planeado sus captores, pero el daño estaba hecho. La libertad que había tenido toda su vida se vio encadenada al terror y al desasosiego constantes.
El precio del miedo
Aquel día marcó el inicio de una lucha diferente. No era solo el trauma del secuestro, sino el impacto que dejó en su vida y en su trabajo. La finca quedó abandonada por un tiempo. El temor la alejó de la tierra que tanto amaba y la producción de leche cayó, dejando el predio en manos de un administrador.
El miedo la perseguía incluso en su vida cotidiana. No podía ver una moto sin que su corazón se acelerara. Sentía que en cualquier momento volverían por ella.
Con el tiempo, terapia y apoyo de su familia, empezó a dar pequeños pasos para recuperar su lugar en el campo. Volver no fue fácil. La rutina cambió. Ya no podía ir con la misma frecuencia a la finca, y cuando lo hacía, siempre estaba alerta. Pero dentro de ella había algo que sus captores no lograron arrebatarle: su pasión por el campo.
Mujer valiente
Quince años después de aquel episodio, Barros ha demostrado que el temor no define el destino de una persona. Con esfuerzo y valentía ha retomado su papel en el mundo ganadero y ahora es secretaria del Comité Ganadero de Becerril.
No solo ha logrado reincorporarse al trabajo en su finca, sino que también ha levantado su voz para prevenir que otros pasen por lo mismo. Su historia es inspiración para quienes han sufrido la violencia y sienten que no hay retorno. Ella es la prueba de que sí hay un camino de vuelta.
Estrategias frente al secuestro
El caso de Barros es uno entre muchos. En muchas regiones de Colombia, la inseguridad sigue siendo un obstáculo para los ganaderos.
Fernando Murillo, general (r) que dirige la estrategia de seguridad de Fedegán, ha trabajado en la lucha contra estos delitos. Como exdirector antisecuestros de la Policía Nacional, conoce de cerca la realidad de las víctimas y las estrategias que pueden ayudar a prevenir estos crímenes.
“En la mayoría de los casos, detrás de un secuestro hay personas cercanas que proporcionan información a los delincuentes”, advirtió el General Murillo.
Por eso, la seguridad debe comenzar desde el entorno más próximo. El general Murillo hizo una serie de recomendaciones:
- Evitar la sobreexposición en redes sociales: La constante publicación de la vida privada y de la economía de las personas en redes sociales, es la primera herramienta que utilizan los delincuentes para fichar a una víctima.
- Estudio de seguridad: El general Murillo aseguró que es indispensable que el ganadero conozca quiénes son las personas que lo rodean.
- Cambiar las rutinas: “El ciudadano no debe tener ningún tipo de rutina ni de tiempo, ni en los trayectos que utiliza para dirigirse hasta su lugar de trabajo o residencia. Esta es una manera preventiva para minimizar los riesgos de un secuestro”, mencionó el general Murillo.
- Hablar con las familias: Este es un tema que se debe tratar en las familias. Nadie está exento a un secuestro, por eso es importante que en las familias exista un protocolo frente a este lamentable hecho. Es fundamental que los miembros de un hogar tengan claro con quién hablar, a dónde acudir y en quiénes confiar ante un secuestro.
- Confiar en las instituciones. “Colombia es un referente en el manejo de secuestros. Las unidades especializadas del Gaula de la Policía y el Ejército han demostrado ser eficaces en la recuperación de víctimas”, concluyó el experto. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Por qué se perpetúa la inseguridad y la impunidad en el sector rural?)