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La nueva normalidad será de lo más normal

Por Luis León - 19 de Abril 2020

Decía el profesor y filósofo español, Gustavo Bueno, que “pensar es pensar contra alguien”, y esto, simplemente, quiere decir que el pensamiento no puede ser acrítico ni servil y que del debate, de la discrepancia y la sana disputa se consigue la enorme riqueza de esa encrucijada que es el pensamiento y la reflexividad.

Y digo lo anterior porque el excelente artículo del compañero Miguel Gómez Martínez (Nueva normalidad), me ha regalado una nueva ventana de interpretación, que por diferente no desestima su muy noble visión de la condición humana. Cuando el señor Gómez Martínez se pregunta ¿Volveremos a la rutina? ¿Queremos volver a lo mismo?, se adivina un extraordinario optimismo antropológico que a mí, sin embargo, me sugiere una irremediable disolución de todas las lecciones y apercibimientos que la vida parece que nos va dejando en el camino. Y de la misma forma que Dios es ubicuo, la Naturaleza es contradictoria y por eso el hombre no escapa a su infinita paradoja y contrariedad.

Mucho me temo que la noche es más oscura antes de amanecer y que cuando más arrecia la tormenta es antes de escampar, pero volveremos a salir a la calle, se nos anunciará una vacuna y volveremos a hincharnos de arrogancia ante un detestable virus que perturbó “sólo unos meses” nuestra apacible vida de sociedades modernas, exultantes de capacidad tecnológica y científica.

¿Alguien, antes de la cuarentena y los estados de alarma, recordaba, acaso, las crisis recientes del MERS, los SARS, el Ébola, la fiebre aviar, ¿las vacas locas? ¿Nos dimos cuenta, siquiera, que unos días antes morían más de 8.000 niños en la República del Congo por un rebrote de tuberculosis?

Ni siquiera una “segunda ola” del Coronavirus será capaz de doblegar nuestro voraz apetito de hedonismo y nuestro supuesto derecho adquirido a la felicidad. Volveremos a cantar con Horacio el “carpe díem quam minimun crédula postero” (aprovecha cada día, no te fíes del mañana) Volveremos a ser felices “runners”, habituales al “gym” y al “healthy food”, volveremos a regalar un aumento de pecho a nuestras quinceañeras ó a regalarnos una rinoplastia para parecer más WASP.

De lo que sí quisiera inmunizar y acorazar los nobles sentimientos y deseos del señor Gómez Martínez en su artículo es de una perversa manipulación que la izquierda radical (…ya lo está haciendo Podemos en España) está haciendo de esta crisis para promover ideas adulteradas de populismo y adoctrinamiento en propósitos claramente sesgados de neomarxismo y moral socialista de exaltación de “lo público” y demonización de “lo privado” para cuando superemos esta pesadilla.

Empiezan a contaminar con el relato fundamentalista de que uno de los culpables del desastre es haber hecho recortes de inversión en la Sanidad pública para favorecer a la Sanidad privada, de NO engordar el Estado para desplegar su “paternalismo despótico” y debilitar la iniciativa privada, de NO asfixiar fiscalmente a los ricos y las empresas para poder secuestrar con subvenciones a los pobres (…hablaré en un próximo artículo del enorme peligro de la “Renta mínima vital” que está promoviendo Pablo Iglesias y que no me extraña que ya esté cacareando Petro, en Colombia).

Me refiero a ese “buenismo” de la izquierda, a ese “socialismo sentimental”, a esa propaganda emocional, a esa supremacía moral que siempre exhiben, sin ningún pudor, y que no es más que esa retorcida pretensión de la “hegemonía cultural” y el control de la propaganda (“agit-prop”) con la que ya no nos sorprenden y que espero que no sorprendan a los que en Colombia siguen defendiendo el libre mercado, la iniciativa privada y la propiedad privada como fundamentos del progreso y la libertad.

Y vuelvo a agradecer el artículo de Gómez Martínez, porque si encabecé esta columna con las palabras de Gustavo Bueno de que “pensar es pensar contra alguien”, en esta ocasión termino con la sensación de que, con otras palabras, a veces, “pensar es pensar gracias a alguien”

Luis León

(…desde algún rincón de Madrid)