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La manoseada igualdad y la hegemonía comunista

Por Ariel Peña González - 08 de Diciembre 2022

El Ministerio de la Igualdad que se le entregará a la vicepresidenta Francia Márquez, servirá en Colombia para lo que le dijo el libertario Mijaìl Bakunin al miserabilista Karl Marx en el siglo XIX, o sea para incrementar la miseria de las masas en grado sumo, como condición necesaria, a fin de consolidar eternamente una dictadura comunista.

En vista de que la igualdad es un término que fácilmente se puede manipular, debido a que, así como se busca la igualdad con abnegación en oportunidades de educación, salud, trabajo, vivienda y en otros aspectos, sin importar el color de piel ni el origen social o cultural de las personas; desgraciadamente a los pueblos también se les pueden llevar a una igualdad funesta mediante la miseria, la pobreza y el hambre, de acuerdo a lo que ha sucedido con los regímenes comunistas desde los bolcheviques con Lenin y Stalin en Rusia en 1917, hasta nuestros días.

Ante la crisis económica y social que acarreó el Covid-19 o virus chino, unido a la invasión de Rusia a Ucrania; a la denominada izquierda en especial la mas alucinada y enfermiza afecta al leninismo, poco le importa el sufrimiento de las masas, dado que en su perversidad y oportunismo siempre busca pescar en río revuelto, sin importarle que sus correligionarios del partido comunista chino sean los culpables de la catástrofe sanitaria universal que todavía vive la humanidad.

Lo que les interesa es el poder sin preocuparse a quien tengan que aplastar o las victimas que puedan producir; de ahí que tenemos que recordar el pasaje bíblico, en la Primera Epístola de San Juan 3:10: “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia y que no ama a su hermano, no es de Dios”.

La mamerteria latinoamericana se ha movido a sus anchas durante las últimas décadas, sin que los partidos de la democracia liberal le den respuesta mediante la movilización o con una batalla ideológica denodada, de tal suerte que por esa parsimonia es que la estafa comunista del marxismo leninismo con sus aliados ha ganado espacios determinantes, y en Colombia buscará darle la estocada final a la democracia y a las libertades individuales a mediano plazo, en pos de un hegemonismo, que significaría el envilecimiento y empobrecimiento absoluto de la ciudadanía.

Si en Colombia se llega a consolidar el proyecto político de transición que impulsa el gobierno de Gustavo Petro, se estaría entrando en un bloque de poder hegemónico comunista que indudablemente conduciría a la nación a una esclavitud política similar a la de Venezuela, Cuba o Nicaragua, para ello utilizaran entelequias como el de la igualdad, además de la lumpenización de la sociedad en cuestiones de ideología de género, impulsada por el marxismo cultural y el foro de Sao Paulo con él apoya del grupo de Puebla.

Antonio Gramsci comunista italiano, delineó de forma pérfida, lo que ha sido en las últimas ocho décadas el marxismo leninismo, sin olvidar que la susodicha organización es la que más crímenes a cometido en contra de humanidad en todos los tiempos, y Gramsci para completar ese cuadro de horror revolvió al marxismo con el maquiavelismo, buscando la perpetuidad del partido en el poder, para crear nomenclaturas que mediante la mentira y la violencia nunca entregan el manejo del Estado, a no ser con levantamientos populares como ocurrió con la caída del Muro de Berlín y la debacle de la URSS.

La camarilla parásita comunista que se instaura en la dirección del Estado, cuando conquista el poder, antes y después de lograr sus objetivos burocráticos tiene un comportamiento irracional, buscando ganarse mediante un discurso miserabilista a los sectores mas ignorantes y atrasados de la sociedad, y así alcanzar la hegemonía en el plano político, económico, social y cultural teniendo como base para sus abyectos fines la enajenación y el adocenamiento de las masas.

Para que la cáfila marxista tenga existo no le interesa que su teoría sea criminal e inescrupulosa, pues lo más importante es que se cumpla en la práctica, por ello como decía Marx: “los obreros no deben de tener ideología, sino conciencia de clase”, para que se comporten como una boyada y puedan ser fácilmente manipulada por la élite burocrática y así construir la dictadura eterna, en donde las llamadas clases subordinadas son utilizadas de masa de maniobra para consolidar el poder del partido.

El sometimiento hegemónico de las denominadas clases subordinadas, para Gramsci era un proceso, que se vuelve constante en donde la cultura juega un papel preponderante, además el partido se convierte en el príncipe moderno de Nicolás de Maquiavelo, siendo lo fundamental la apología a la violencia y al engaño, y para eso el partido se organiza de arriba hacia abajo, lo que se conoce en el marxismo leninismo como el “centralismo democrático” que lo enseñó el sátrapa de Lenin en su escrito de 1904 “Un paso adelante dos atrás”, demostrándose el carácter burocrático y brutal del leninismo.

Con el método maquiavélico, Gramsci plantea las simplificaciones y los reduccionismos para dividir a la sociedad, por eso los seguidores de la banda marxista leninista, sus idiotas útiles y algunos aliados, sin ningún rubor hablan de que se debe estar con la izquierda o la derecha, con el socialismo o el capitalismo o con la burguesía o el proletariado, pues el autor del Príncipe decía: “que en una confrontación no se puede ser neutral, porque se es avasallado por el vencedor con la complacencia del vencido” .

Las enseñanzas de Gramsci han tenido sus conspicuos seguidores dentro de la aberración comunista totalitario, y se cree que Mao Tse-tung, las aplicó rigurosamente en la China conjuntamente con su camarilla, lo cual produjo cerca de 82 millones de asesinatos durante la colectivización y la revolución cultura y, el partido comunista chino también le obsequia a la humanidad el Covid-19. El tirano de Fidel Castro en Cuba fue alumno aventajado de Gramsci, pues sus métodos perversos son fiel copia de las orientaciones del comunista italiano.

El perturbado de Hugo Chávez en Venezuela, dio claras muestras de su admiración por Gramsci y por ello creó bandas armadas llamadas colectivos dizque para defender la revolución, pero el epígono más destacado de Gramsci dentro de la matracada marxista, podría ser el genocida de Camboya en la década de los setenta del siglo pasado llamado Pol Pot (admirado a más no poder por el “intelectual” marxista Noam Chomsky) quien mató a 3 millones de camboyanos, siguiendo la consigna “pensar y leer es contra-revolucionario”. Así que personajes siniestros y tristemente célebres del comunismo totalitario han sido los fervientes seguidores del esquematismo gramsciano.

Nuestra región latinoamericana ha tenido que soportar la aplicación de los métodos de Antonio Gramsci, que expresan las intenciones feroces marxista leninista, de manera que los demócratas tienen que prepararse para las embestidas de las fuerzas totalitarias, que no van a cejar en su empeño de conducir a Colombia al infierno comunista, sojuzgando al pueblo como condición necesaria para perpetuarse en el poder.