Mauricio Herrera Vélez, presidente de la Hacienda La Cabaña
Foto: Luisa Gómez Rodríguez / CONtexto ganadero.

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A los colombianos nos apena decir que consumimos lo propio

Por - 12 de Noviembre 2013


“¿Usted sabe cuánto gasta Colombia en la importación de aceites? ¿Sabía que por cada kilo de aceite de oliva que compra afuera del país le está quitando oportunidades laborales a muchos colombianos?”, pregunta con vehemencia Mauricio Herrera Vélez, presidente de la Hacienda La Cabaña, ubicada en el municipio de Cumaral, Meta.

El hombre de 78 años, con su voz seria y sarcástica también afirma que por esa y otras razones como el daño a la biodiversidad, el amor por la tierra y las ganas de ver mejorar a su país inició hace 53 años esta empresa.

Eran 2 vaqueros y una vaca enferma. Llegué aquí porque en estas tierras se da de todo y como la gente no sabe aprovechar, pues yo decidí hacerlo. Al principio fue duro porque no entendía que los resultados no se dan en 15 días. Este es un proceso lento y en el cual hay que tener paciencia. El que se meta en la palmicultura debe saber eso: que este negocio es de amor y de paciencia”.

Sobre los años 70 se conocieron las primeras semillas de híbridos interespecíficos, más conocidos como híbridos de palma. Al país llegaron gracias a la curiosidad del científico Jacques Meunier, director del departamento de selección del Instituto de Investigación de Aceites y Semillas Oleaginosas, Irho, por sus siglas en francés. (Lea: Genoma de la palma de aceite, el futuro de los biocombustibles)

Con esos cruces se obtuvieron los híbridos Elaeis guineensi y Elaeis Oelifera y a pesar de los malos resultados que se registraron en países como Colombia, Ecuador e Indonesia, como la baja productividad y extracción de aceite; se conoció que estos tipos de palma toleraban enfermedades como la Pudrición de Cogollo, PC, y tienen una alta calidad comparada con la palma africana.

Entonces llegó el investigador francés Philippe Genty que nos dio unas muestras de un híbrido que provenía de Aracataca y toleraba la PC; fuimos mejorándolo con el Cirad (Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agronómica para el Desarrollo en Francia), hasta que un día empezamos a producir los híbridos en Flandes, Tolima. ¿Por qué? Porque allá es un desierto y hay muy poca agua, entonces la PC, que aparentemente parece ser un hongo, no se da allá”.

Para el año de 1986 en el país se desató la enfermedad de la PC e invadió la Hacienda La Cabaña. Entonces Gety y expertos de Indupalma viajaron a Brasil para conocer la experiencia que tuvieron los palmicultores con respecto al tratamiento de la Pudrición de Cogollo. Se puedo determinar que la única solución para erradicarla en los Llanos Orientales era implementando medidas que permitieran su resistencia genética.

Esa única experiencia estaba en el Urabá. Fue así como en La Cabaña se tomó la decisión de probar unas palmas con cruzamientos basados en material del Sinú y otras semillas de Origen Coari, en Brasil. En 1991 se sembraron los primeros lotes de palma de aceite alto oléico en La Cabaña y se empezaron a registrar sus producciones.

Hoy con una tonelada del fruto producimos el 22% del aceite y estamos por llegar al 25% y es un trabajo permanente, porque tenemos 300 hectáreas con destinación genética y entonces cualquiera nos puede servir para mejorar la producción”, asegura con orgullo Herrra Velez.

(Foto: Luisa Gómez Rodríguez / CONtexto ganadero)

¿El aceite del futuro?

“Esta actividad es una enfermedad, pero también es todo un reto porque uno se encariña con ella y además día a día va descubriendo más información, no solo sobre el tratamiento de la PC, sino de la evolución del cultivo como tal. Tenemos material sembrado desde el año 91 y fue una revolución porque son palmas con 4 metros de altura, que son fáciles de procesar”.

Esta palma de híbrido, al crecer 22 centímetros por al año, permite que su cosecha sea más fácil para los cortadores. (Lea: Palma de aceite: apertura y cierre del ciclo agrícola)

Desafortunadamente en Colombia no se consume aceite de palma porque ¡nos da pena decirlo! Ni siquiera es por ignorancia. Los americanos antes habían gastado demasiada plata para evitar el consumo de ese producto, y ahora en ese país quintuplicaron las compras de aceite en los últimos 5 años porque vieron que este aceite es más saludable que los otros aceites; es tan bueno como el de oliva. ¿Por qué tenemos que importar cosas de otros lugares del mundo y no consumimos lo propio?”, pregunta el productor.

El hombre, con su voz algo exaltada por la situación, explica que en la actualidad la gente no se percata de los precios de productos como el aceite de soya y de oliva, ni mucho menos en los componentes nutricionales y sí se fijan en que la procedencia sea extranjera.

La gente no se da cuenta que al consumir algo nacional le están pagando la mano de obra al país, que generan más empleo; pero como aquí prima lo internacional”, asevera.

El aceite de palma alto oléico, según Herrera Vélez, tiene altos niveles nutricionales al poseer más del 60% de grasas insaturadas, que contribuye a la disminución de lo que se conoce como colesterol malo” y equilibra el “colesterol bueno”, además tiene un alto índice de yodo y su oxidación es lenta, lo que quiere decir que se puede mantener en lugares fríos.

De acuerdo con Carlos Domínguez, ingeniero Hacienda La Cabaña, “el aceite de palma alto oléico resiste mejor las temperaturas bajas y altas, especial para las frituras, es un aceite más estable que se descompone lentamente y se impregna menos grasa en los alimentos, lo cual lo hace más crocante por fuera y más tierno por dentro. Usted puede subir la temperatura a 216 grados sin dañar el aceite ni lo que está fritando”.

Aceite de palma alto oléico colombiano, ¿en otros países?

“El aceite de palma es el más saludable del mundo. Al principio tuvimos problemas por el color, que es rojo, entonces con expertos buscamos todas las posibilidades para quitárselo y luego unos científicos dijeron que era muy complicado porque tiene antioxidantes y tocoferoles, entonces pregunté que algo bueno deberán tener estos últimos y resulta que es lo que más se busca en la salud”, explicó el presidente de Hacienda La Cabaña.

Según el hombre de 78 años, durante una conferencia en la Universidad de Florida, en Estados Unidos, realizaron una demostración del producto que hay en Colombia. “Para ellos era imposible creer que tuviéramos un aceite rojo y dijeron estar contentos porque se podía vender un aceite de palma 100% libre de mezclas con otros aceites, como sucede con el de soya”. (Lea: Unipalma impulsa el MDL que le ahorrará $800 millones al año)

Este año, en una evaluación que duró 3 meses, la empresa estadounidense ‘Kentucky Fried Chicken’ mostró su interés por empezar a consumir este aceite rojizo, debido a la textura que le da al pollo y además porque en el proceso de freído se consume un 30% menos del aceite, lo que significa economía para la empresa.

“Un día vino el ministro de Industrias Primarias de Malasia como invitado y en la aerolínea que viajaba encontró los paquetes de ‘Instacrem’ y decía ‘aceite de soya’, nos lo trajo y dijo: “es el colmo que el Gobierno y los colombianos permitan esto y le hagan propaganda a un aceite de soya, cuando debería ser es un comercial sobre aceite de palma africana hecho en Colombia”.

Con el uso de este aceite, según Mauricio Herrera, se puede sustituir la importación de 200 mil toneladas de aceite de soya que entran a Colombia desde Argentina, Brasil y Bolivia. En 60 mil hectáreas de cultivo de palma híbrida, que le da empleo a 6.000 personas en el país, “nosotros, de esa cifra, le damos una oportunidad laboral a mil 200 personas, entonces ¿por qué no apoyar lo propio?”, puntualizó.