A pesar de que el Gobierno se declaró satisfecho con el 4% de crecimiento de la economía en 2012 que reportó el DANE, el Banco de la República optó por bajar la tasa de intervención e incrementar sus compras de dólares en el mercado cambiario, para de esta manera tratar de frenar la desaceleración de la economía.
Por su parte los industriales agremiados en la ANDI le plantearon al Gobierno a través de su vocero Luis Carlos Villegas la necesidad de implementar una Agenda para el Salto en Competitividad, a manera de salvavidas a la industria que viene de capa caída. La misma consta de nueve puntos básicos, los cuales le fueron formulados al Gobierno a la espera que este los acogiera. (Columna: La industria en estado comatoso)
Entre otras medidas, se demandaba del Gobierno decisiones más contundentes para contener la apreciación del peso frente al dólar, cuya tasa seguía por debajo del nivel del año 2000, acelerar la ejecución de las obras de infraestructura, moderar las altas tarifas de la energía, una política de compras estatales que favorezca la producción nacional, entre otras.
Y no es para menos, habida cuenta que la industria particularmente sigue sin poder levantar cabeza y lo mismo se puede predicar del sector agrícola; entre tanto, el sector minero – energético, que era el que venía jalonando el crecimiento, ha bajado sensiblemente el ritmo de su crecimiento.
En el primer bimestre de este año la producción manufacturera cayó - 3.1%, en contraste con un crecimiento para el mismo periodo del año anterior de 3.48%, un bache de casi 6.5 puntos porcentuales. La caída de la producción industrial en febrero, que fue de - 4.5 frente al mismo mes del año pasado, es la mayor desde julio de 2009 y de los cuatro meses consecutivos a la baja, acumulando ocho meses en rojo de los doce del último año. (Columna: De capa caída)
Destaca el DANE que 30 de los 48 ramos individualmente consideradas mostraron cifras negativas. Ello, lógicamente repercutió en la reducción de un 2.5% del empleo fabril, también por cuarto mes consecutivo. Las ventas y las exportaciones también cayeron, esta vez – 3.4%, arrastradas fundamentalmente, quien lo creyera, por una mayor caída, del - 6.1%, de las exportaciones del sector minero – energético.
La ANDI, después de conocer los mediocres resultados de su Encuesta de Opinión Industrial Conjunta, llegó a la conclusión de que el panorama para la industria es muy sombrío y lo resume de la siguiente manera: caída de la producción, bajo crecimiento de las ventas, menor uso de la capacidad instalada y un clima de negocios en deterioro. Basta con señalar que el nivel de confianza de los industriales sufrió una caída estrepitosa de 17.9 puntos porcentuales frente a los resultados del primer bimestre de 2012. Razón tuvo, entonces, el FMI para revisar su previsión de crecimiento para este año del 4.3% a 4.1%, advirtiendo además que “la tasa de desempleo seguirá siendo la más alta de Suramérica”.
El Gobierno no podía seguir ignorando esta realidad y terminó por entender la necesidad de actuar, por ello el propio presidente de la República, Juan Manuel Santos, anunció un Plan de choque tendiente a reactivar la economía. Como dijo el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, “vimos la necesidad de darles un tratamiento especial a la industria y al agro después de conocer los resultados del 2012”.
Lo curioso es que poco después sale el presidente Santos con que el paquete de medidas que iba a anunciar no era un Plan de choque, como él mismo lo había anunciado, dizque porque “no hay ningún tipo de crisis ni de emergencia, todo lo contrario, la economía tiene muchos de sus fundamentales en buen sitio” e insiste en que “son indicadores positivos” los que caracterizan su desempeño. Se trata, entonces, según él, no de un Plan de choque sino de un “impulso” a la economía en procura de lograr estabilizar el crecimiento, dado que, como vamos, vamos bien. “Es una forma de anticiparnos a lo que pueda suceder este año”, enfatizó. (Columna: El vaso medio lleno o medio vacío)
Por ello se rebuscaron un nombre bien sugestivo al paquete de medidas que finalmente se le expuso al país, Plan de Impulso a la Productividad y el Empleo (PIPE). Resultaba políticamente incorrecto usar la expresión Plan de choque, porque supuestamente “tiene una connotación (de) que hay algún tipo de crisis o emergencia, y ese no es el caso”.
No obstante, es el propio ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, quien manifiesta sin ambages: “reconozco formalmente que hay crisis en el sector agropecuario” y si eso dice el titular de la cartera que tiene bajo su responsabilidad este sector que creció el 2.6% en el 2012, qué podrá decir el ministro de Comercio e Industria que tuvo un bajonazo de – 0.7% el año anterior. La realidad es tozuda y da cuenta de un coma profundo en el que está sumida la industria en un contexto de continua desaceleración de la economía, que pasó de crecer a tasas trimestrales del 7% a rondar sólo el 3%.