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Perdió más de 100 millones de pesos por una inundación, pero no se rindió: así resurgió esta productora

Angie Barbosa 27 de Marzo 2025
Ganadera que pasó de tener 100 vacas a perderlo todoFoto: Cortesía - Imagen de FreepikA pesar de las cuantiosas pérdidas, la ganadera recuperó su predio, volviendo a sembrar pastos y renovando potreros. Así luce actualmente.

Cuando la laguna de Fúquene se desbordó, el agua arrasó con el trabajo de toda su vida. La ganadera vio morir a la mitad de su hato y perdió todo lo que había ganado hasta ese momento. Sin embargo, no se rindió. Con esfuerzo, sacrificio y el apoyo de su familia, logró reconstruir su negocio y salir adelante.


Todo comenzó en 2006, cuando las lluvias intensas hicieron provocaron un desbordamiento sin precedentes en la laguna de Fúquene, anegando extensas zonas y dejando a su paso enormes pérdidas. Sandra Amaya, ganadera de tradición, vio cómo el agua arrastraba todo a su paso.

"El agua nos daba a la cintura en el potrero", recordó la productora, quien logró sacar su ganado con la ayuda de sus vecinos, su familia y la colaboración de la Alcaldía de Guachetá y el Ejército. (Lea en CONtexto ganadero: Inicia oficialmente la primera temporada de lluvias en Colombia: Ideam y Ungrd emiten alertas)

El panorama era alarmante. Con su predio totalmente inundado, se vio obligada a trasladar a las reses a un terreno seco en otra finca, pero encontrar un lugar adecuado no fue fácil.

"Algunos aprovecharon la situación para triplicar el precio de arriendo de la tierra", expresó. A pesar de esto, también hubo personas que ayudaron a resguardar a los empleados y los animales.


Pérdidas millonarias


El desastre dejó un impacto económico devastador. Las pérdidas se multiplicaron debido al tiempo de recuperación de los suelos, la caída en la producción lechera y la muerte de parte del ganado.

"Se perdieron más de 100 millones de pesos porque tuvimos que esperar ocho meses a que la tierra se recuperara", contó la ganadera.

Mientras tanto, alquilaron otro terreno para mantener a las reses, pero el frío y el cambio afectaron su salud. "De 70 cabezas de ganado, solo sobrevivieron 36", precisó.

Las novillas fueron llevadas a otro sitio, pero la producción lechera cayó drásticamente. "Pasamos de sacar 7 cantinas de leche a solo 2 o 3", dijo.

La recuperación del terreno también requirió esfuerzo. Tuvieron que resembrar y renovar potreros, lo que requirió contratar mano de obra para realizar esta labor.


Volver a empezar


Para salir adelante, Amaya recurrió a préstamos, principalmente con el Banco Agrario y el BBVA. Sin embargo, en 2011 la tragedia se repitió con las inundaciones de ese año provocadas por el fenómeno de La Niña.

Aunque la situación económica era crítica, nunca pensaron en rendirse. "Nos tocó vender vacas de 3 millones en 600 mil pesos para poder reiniciar. Esta es la herencia de nuestros padres, no nos dimos por vencidos", manifestó.

El proceso de recuperación fue lento. Empezaron con unas cuantas vacas y retuvieron a las crías para estabilizarse. Hoy en día cuentan con 28 animales, una diferencia notable frente a las 70 que alcanzaron a tener hace algunos años.


Falta de apoyo del Gobierno


Aunque recibieron ayuda del Estado para paliar la crisis producida por ambas inundaciones, que no fue suficiente ni oportuna. La recibieron 6 meses después de la tragedia y apenas fueron $600 mil (una suma ínfima frente a los $100 millones que había perdido).

A juicio de Amaya, una mejor gestión gubernamental, la crisis podría haberse mitigado. Uno de los principales problemas es la falta de mantenimiento de la laguna, que requiere de limpieza y manejo para que no se desborde. Esto evitaría catástrofes como las que vivieron Sandra y muchos otros ganaderos, que sufrieron pérdidas irreparables.

"Los que tenían 100 cabezas de ganado no sabían para dónde coger. Algunos tuvieron que vender sus animales en 300 mil pesos, y otros los perdieron por ahogamiento", contó.

A pesar de todo, Amaya logró salir adelante. Ahora toman medidas para prevenir futuras inundaciones: "Limpiamos los desagües, subimos el alambre y ha mejorado bastante".

Para ella, la clave ha sido la unidad familiar y la fe. "La voluntad de Dios y la familia ayudaron muchísimo. Pero también las lecciones de nuestros padres, que enseñaron a trabajar y a seguir adelante", concluyó.

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