El henolaje es otro proceso de conservación de forraje y es un híbrido entre el ensilaje y la henificación. Su utilización se ha popularizado entre los ganaderos de lechería especializada del trópico alto por su facilidad de producción, almacenamiento y manejo, así como la versatilidad de los forrajes utilizados y el bajo costo al final.
Así lo planteó Ricardo Arenas, médico veterinario especialista, en un capítulo del Manual Práctico Ganadero elaborado por la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán), donde indicó que como producto varía entre el heno y el silo según el material conservado y la humedad a la que se empaca.
El corte y el hilerado son similares, no se realiza picado, mientras que el enfardado, en forma de bola, y el empacado posterior son diferentes. (Lea: Henolaje: alternativa potencial que se debe promover en la ganadería)
Este método de conservación mediante la utilización de embolsadoras de rollos o bolas de pasturas con alta humedad, cercana al 50 %, es el más versátil para el uso de praderas excedentarias en las fincas ganaderas en las épocas de abundancia forrajera.
Se trata de un sistema de conservación que consiste en enrollar el forraje verde cortado y pre secado en el potrero y envolverlo con polietileno suspendiendo el ingreso de oxígeno o aire convirtiéndose así en una especie de silo produciéndose una fermentación anaeróbica.
Se puede realizar con todo tipo de praderas, aprovechando así de la mejor manera pasturas de alta calidad como el kikuyo, la alfalfa o los tréboles en trópico alto; y, guineas como el mombasa o el tamani y el pasto angleton para el trópico bajo.
Igualmente se usan gramíneas e híbridos como el mulato, muy frecuente en ganaderías a pastoreo pues por su alta relación de azúcar/proteína favorecen una correcta fermentación.
Por ser un método que usa la pastura con elevada humedad se logra mantener la integridad de las hojas que contienen el mayor valor nutritivo.
Entre las principales ventajas de este método están el reducir el riesgo climático por su corto tiempo de exposición en potrero; y, tener menores pérdidas de material en el proceso, distribución y uso. (Lea: Proceso de henolaje: ventajas y objetivos de la conservación)
En su fabricación requiere un buen grado de mecanización aunque con tractores de baja potencia y poca mano de obra y capital para su proceso y almacenamiento ya que este se puede dar en el mismo potrero. Por su presentación es de fácil uso y racionamiento con bajas pérdidas que no deben superar el 7 %.
Su transporte no es tan fácil y requiere de equipos adecuados ya que cada bola puede llegar a pesar alrededor de 600 kilogramos, aunque existen una forma de henolaje de empaque más pequeños del orden de 200 kilogramos pero en estos casos el costo del proceso se aumenta de manera considerable hasta seis veces o más.
El principal cuidado que se debe tener es no perder la hermeticidad en el empacado para evitar pérdidas mayores por lo que debe supervisarse permanentemente y arreglar los rotos que se puedan presentar en el plástico por cuenta de palos, pájaros y los mismos animales.
Hay una tendencia de acumulación de agua en la parte inferior lo que dificulta la homogeneidad del material y daños en el empaque por lo que es importante tener práctica en la determinación de la humedad con la que es empacado el material.
Como en todos los métodos de conservación, el proceso inicia con la selección y preparación del área de la pradera que se utilizará, limpiándola de palos y piedras para que la maquinaria de corte y empacado pueda hacer el trabajo.
Una vez lista, se realiza el corte en el momento de mayor valor nutritivo de la pastura y se hace a una altura similar a la de pastoreo normal, es decir, a 10 o 15 centímetros del suelo. (Lea: ¿Cómo es un buen heno?)
Después se realizan las hileras para el pre secado y recolección, de un ancho lo más uniforme y recto posible para facilitar el correcto empaquetado.
El empacado se realiza en las 24 horas posteriores a la confección de los rollos, y el sitio de almacenaje en el potrero debe estar limpio de ramas y piedras, tener buen drenaje y no estar bajo árboles.
La duración aproximada de estos rollos es de 10 a 12 meses siempre y cuando el polietileno mantenga sus condiciones.