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dietas frías y calientes para los bovinos

Foto: infocampo.com.ar

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¿Ha escuchado hablar de las dietas frías y calientes para los bovinos?

por: - 31 de Diciembre 1969

El aumento de las temperaturas en las ultimas décadas están afectando de manera negativa sobre la fisiología, salud, comportamiento y estado mental de los bovinos, generando repercusiones en su bienestar. Por eso, existen formas de defenderse de ese estrés que provoca el aumento de temperatura.

El aumento de las temperaturas en las ultimas décadas están afectando de manera negativa sobre la fisiología, salud, comportamiento y estado mental de los bovinos, generando repercusiones en su bienestar. Por eso, existen formas de defenderse de ese estrés que provoca el aumento de temperatura.

Muchas son las estrategias que se han creado y mencionado para mitigar el estrés térmico o calórico en los bovinos, pero existe una forma clave que no solo aliviará a los animales, sino que también impulsará la mejora en la alimentación. (Lea: 3 métodos para alimentar adecuadamente el ganado bovino)

De acuerdo a una investigación realizada por Anibal Fernández Mayer, existen dos tipos de dietas que debe llevar a cabo los productores llamadas dieta fría y dieta caliente.

Para conceptualizar las dietas calientes hay que tener claro que en los sistemas pastoriles se utiliza en la época seca pasturas de verano, que en general, crecen y se desarrollan muy rápido perdiendo calidad. Estos forrajes tienen altos contenidos en fibra detergente neutro (FND) y ligninia que es fibra detergente ácida (FDA), lo que reduce la digestibilidad de los mismos.

Este material fibroso provoca, cuando fermentan en el rumen, altas proporciones de ácido acético y con esto se genera mayor cantidad de calor, lo que eleva la temperatura corporal. En condiciones de estrés térmico, este calor es más difícil de disipar por los bovinos.

Por su parte, las dietas frías son aquellas que tienen fibra con bajos contenidos de lignina, es decir, menores niveles de FDN y FDA, lo que significa que son de fácil fermentación. Además, estas dietas frían deben contener una adecuada proporción de concentrados energéticos (granos almidonados) y proteicos de menor degradabilidad ruminal. (Lea: Dietas frías para evitar el estrés térmico)

De esta manera, llegarían intactos al duodeno, tanto los almidones como la proteína pasante, para ser dirigidos en este sitio.

Para contrarrestar la disminución de consumo de materia seca (MS), que experimentan los bovinos por efecto del calor, la dieta debe tener una mayor concentración energética para cubrir los requerimientos del animal, que se verían afectados por ese menor consumo.

El uso de la grasa es una buena alternativa porque no fermenta en el rumen y aumenta la densidad energética de la dieta, pero hay que tener ciertos cuidados porque algunas grasas pueden deprimir el consumo de MS con lo cual se agravaría el problema. Esto debe emplearse exclusivamente en vacas lecheras con alta producción y utilizando grasas inertes, como las protegidas con sales de calcio.

El artículo publicado por Fernández Mayer dice que una dieta fría adecuada debe tener balanceada la fracción energética y proteica con menor contenido de fibra de baja digestibilidad y mayor proporción de concentrados promoviendo de esta manera, menores fermentaciones acéticas en rumen y haciendo un mejor uso de la energía generada.

Hay que resaltar que se deben tener algunos cuidados de no excederse el uso de concentrados energéticos porque puede haber una mayor incidencia de acidosis. Esto puede llegar a pasar porque el animal, al tener una mayor tasa respiratoria tiene una mayor pérdida de dióxido de carbono que se trata de compensar con una mayor eliminación del bicarbonato a través de la orina que, junto con una menor concentración de bicarbonato de sodio salival, por efecto del babeo, hay un menor efecto amortiguador del pH ruminal, elevando los peligros de acidosis cuando se utilizan altas concentraciones de granos almidonados.

En contraste con esto, las dietas calientes se caracterizan por tener una alta proporción de fibra de baja digestibilidad. Estas moléculas complejas son fermentadas en el rumen, generando altas proporciones de ácido acético.