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Por CONtexto ganadero - 19 de Noviembre 2024
Jacobo Arango, miembro del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y de la Alianza Biodiversity International - CIAT, explica cómo la biodiversidad de forrajes puede ser una pieza clave para una ganadería más sostenible, aprovechando no solo su valor productivo sino también sus beneficios ecológicos.
Durante un evento en la COP16, Jacobo Arango planteó una reflexión que va más allá del simple aumento de la productividad, abarcando desde el origen de la agricultura hasta el rol actual de la biodiversidad en los sistemas ganaderos.
Desde la mejora en la calidad del suelo y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero hasta la restauración de hábitats y la resiliencia climática, la biodiversidad de forrajes puede transformar la ganadería en una actividad regenerativa que contribuye positivamente al medio ambiente.
Arango destaca que la biodiversidad ha sido esencial desde el comienzo de la agricultura. Sin una variedad amplia de especies, habría sido imposible desarrollar la agricultura tal como la conocemos. En lugar de depender de unas pocas especies vegetales, los agricultores de antaño contaban con una gran diversidad de plantas, lo que permitía un equilibrio ecológico y la creación de sistemas agrícolas variados y resilientes.
A lo largo de los siglos, los sistemas agrícolas y ganaderos han pasado de una gran diversidad de especies a un número limitado de plantas y animales, generando una especie de "embudo" en nuestra dieta y en los sistemas productivos. Esta reducción ha llevado a una dependencia de pocos cultivos y especies animales, lo cual no solo limita la capacidad de adaptación de los sistemas agropecuarios a cambios climáticos, sino que también incrementa la vulnerabilidad a enfermedades y plagas.
Históricamente, la biodiversidad de forrajes se ha aprovechado en la ganadería con un objetivo claro: mejorar la productividad. Según Arango, se priorizaba la producción de especies de forraje que generaran más biomasa para que los animales tuvieran suficiente alimento, además de contar con una alta calidad nutricional. Este enfoque permitía mejorar la ganancia de peso en el ganado y aumentar la producción de carne y leche, haciendo el sistema más rentable desde el punto de vista económico.
No obstante, este enfoque exclusivamente productivo ha comenzado a transformarse. Con el avance en la investigación y un mayor entendimiento de los ecosistemas, se ha descubierto que la biodiversidad de forrajes puede ofrecer otros beneficios, especialmente en términos de sostenibilidad y resiliencia.
En las últimas décadas, los investigadores han empezado a valorar los beneficios ambientales de los forrajes. Arango resalta que los forrajes no solo pueden nutrir al ganado, sino también contribuir a la restauración de suelos degradados, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y favorecer la biodiversidad local.
Algunos forrajes, al ser introducidos en sistemas ganaderos, permiten recuperar áreas erosionadas o con bajos niveles de nutrientes. Estas plantas ayudan a estabilizar el suelo, mejorar su fertilidad y reducir la erosión, creando así condiciones más favorables para otras especies vegetales y animales.
Además, ciertas especies de forraje tienen el potencial de reducir las emisiones de metano, un gas de efecto invernadero producido en el proceso digestivo de los rumiantes. El uso de forrajes específicos en la dieta de los animales puede disminuir la producción de metano entérico, lo que contribuye a la reducción de la huella de carbono de la ganadería.
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4. Restauración de hábitats y conservación de la fauna
La incorporación de árboles y arbustos en los sistemas de pastoreo es otra estrategia que promueve Arango para enriquecer los sistemas ganaderos. Esta práctica no solo aumenta la diversidad de forrajes, sino que también proporciona hábitats para diversas especies de fauna que anteriormente se habían desplazado debido a la expansión de la ganadería y la agricultura intensiva.
El enriquecimiento de los sistemas de pastoreo mediante la integración de árboles y forrajes nativos crea entornos más similares a los ecosistemas naturales, donde las especies pueden encontrar refugio y alimento. Esta combinación, conocida como sistemas silvopastoriles, permite que los animales tengan una alimentación más variada, reduce la necesidad de fertilizantes y promueve una mayor captación de carbono en el suelo y en la biomasa vegetal.
La biodiversidad de forrajes no solo beneficia al suelo y a los ecosistemas, sino que también contribuye a la resiliencia de la ganadería ante eventos climáticos extremos, como sequías o inundaciones. Los forrajes adaptados a diferentes condiciones climáticas pueden ofrecer alternativas en situaciones donde los monocultivos convencionales no serían viables. Esto convierte a la biodiversidad de forrajes en una herramienta esencial para una ganadería climáticamente inteligente, capaz de adaptarse y mitigar los efectos del cambio climático.
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