necropsia bovinos
Foto: Universidad Nacional de Colombia.

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Bisturí, sierra eléctrica y sutura, listos para la necropsia bovina

Por - 28 de Abril 2014


Al estilo de la serie estadounidense CSI, en la que sus protagonistas investigan las causas de muerte de personas, en Colombia se analizan los cadáveres de los bovinos con un método similar en las salas de necropsia.

Todas las facultades de medicina veterinaria en el país necesitan de la sala en la que se practica el procedimiento para enseñarlo a los estudiantes, pero solo algunas tienen la certificación para ofrecer el servicio al público exterior.

Clara Estéfany Romero, médica veterinaria, docente de la Universidad de La Salle y magister de la Universidad Nacional de Colombia, se ha acostumbrado a ver animales muertos y, por ende, a ver cada uno de sus órganos expuestos en la sala de necropsia de La Salle.

Allí se examinan los animales de toda la Sabana de Bogotá por ser una de las instituciones de educación superior con certificación para diagnosticar la causa de muerte de las diferentes especies. (Lea: Muerte súbita de bovinos, un mal del que no espaca ningún ganadero)

La médica veterinaria se reúne con el grupo de patólogos para examinar bovinos. El cuerpo del animal se ubica en una camilla. Cada una de las personas que intervendrá al vacuno lleva puesto un overol, peto, botas de caucho, 2 pares de guantes, por si uno se rompe en la intervención, tapabocas, gafas y careta. La idea es disminuir a cero el riesgo de contacto de tejido o fluido animal con la piel humana.

“Todo se utiliza para evitar el contacto con los fluidos y para evitar cualquier tipo de lesión”, señala Estéfany, al explicar que la sala de necropsia también tiene ciertas características de protección. El piso es liso y se extiende hasta la mitad de la pared para no acumular sangre del animal u otro elemento de su cuerpo en el espacio en el que las bacterias podrían generar una infección masiva a quienes se expongan a ellas.

El techo está hecho con un material que permite, de igual forma, evitar que se acumulen fluidos. Es suficientemente alto y con ventilación.

En la sala se halla el cuarto frío en el que se almacenan los restos de los animales: huesos y órganos que no se alcanzaron a analizar durante la necropsia y que podrán ser revisados horas después.

Los patólogos se alistan para intervenir el vacuno durante 2 o 4 horas de acuerdo al peso que tenga el animal. Han analizado bovinos desde 27 kilos hasta una tonelada. El tiempo se puede extender en la sala, además, si el reporte sobre la posible muerte del animal es incierto.

“La necrocirugía nos permitirá acceder a todos los órganos del animal y emitir un diagnóstico de la causa probable de muerte. Si tenemos la historia clínica del animal, que incluye lugar de muerte y posibles síntomas, podremos primero mirar ciertos órganos. Si no, lo mejor es evaluar cada sistema”, explica.

Si la intervención se hace en campo abierto, se elige la finca en la que murió el rumiante porque es más sencillo y seguro el desplazamiento del patólogo hasta el predio que movilizar el animal hasta una sala de necropsia.

Los permisos y costos para desplazar un vacuno muerto son extensos y altos, afirma la experta que resalta: “entre más rápido se acceda al animal el diagnóstico será más preciso”. (Galería: Bisturí, sierra eléctrica y sutura, listos para la necropsia bovina)

“Se recomienda no dejar pasar más de 24 horas para hacer la necropsia luego de la muerte del bovino. Por mucho 12 horas, porque cuando el corazón deja de latir los órganos se comienzan a descomponer y sin células vivas será más difícil conocer por qué murió”, enfatiza Estéfany que recomienda al ganadero no tapar al vacuno cuando muere porque se acelera la descomposición, lo ideal es trasladarlo a un sitio con sombra.

Se revisa cada órgano

Estéfany se prepara para revisar cada uno de los sistemas del vacuno. Ella opta por explorar primero el aparato digestivo, prosigue con el respiratorio y cardiaco, nervioso y luego el locomotor. 

“La elección del procedimiento la determina el patólogo según esté acostumbrado. Lo importante es que si se inicia en el sistema digestivo, este se examine por completo y no pasar a otro para no contaminar tejidos”, reseña la médica.

El esófago, los 4 compartimientos de los bovinos, intestinos, cavidad torácica, pulmones, corazón, cerebro, médula espinal y articulaciones, entre otros, no les son indiferentes a los patólogos que tienen sobre una mesa más de 5 instrumentos para intervenir cada parte del animal. (Lea: 14 enfermedades sin control oficial atacan al ganado)

En la sala están desde los más sencillos y comunes, como objetos corto punzantes: bisturís y tijeras. Acompañados de suturas para controlar un posible sangrado de la vena carótida, hasta sierras manuales y eléctricas para cortar huesos. Algunas salas tiene prensas para acomodar la cabeza del vacuno.

Para Estéfany, los órganos más difíciles de explorar son el cerebro y la médula espinal, cuyos tejidos delgados que los cubren no se pueden dañar en el procedimiento, si se desea tener un diagnóstico acertado.

Ella asegura que el mayor cuidado radica en separar el tejido que ira a evaluación en el laboratorio, debido a que de nada sirve la necropsia si la prueba a examinar se daña, ya sea por su inadecuada manipulación o por no ponerla en la formalina con 3,7 o 10 % de concentración.

“La necropsia es el paso inicial para luego hacer el análisis de la muestra tomada. Se hace el cultivo de las células y según el tipo de enfermedad que se encuentre se tarda en entregar el resultado”, explica.

Por indicios de posible salmonella se demora más de 24 horas, la detección de la tuberculosis, si se hace con el método rutinaria tarda hasta 6 meses, pero se han creado técnicas más rápidas que reducen el tiempo.

Los resultados de evaluación de las láminas microbiológicas han puesto a los patólogos a dudar sobre las enfermedades registradas en el país. Estéfany señala que eso se ha dado cuando en un diagnóstico descubren bacterias nunca antes vistas en bovinos de Colombia.

“Lo que hacemos es tratar de hacer diagnósticos más rigurosos, enseñar a quienes nos acompañan a ser más serios con las tomas de muestra para conocer qué enfermedades hay en realidad”, dice.

De igual manera, percibir un órgano de cierto color o forma puede dar indicios al patólogo de la posible enfermedad que llevó a la muerte al rumiante. (Lea: Bienestar animal, una práctica a la que le apuesta el país)

“Cuando hay enterotoxemia en vacunos el riñón se ve blanco, pero no se puede emitir un diagnóstico solo con eso, es un riesgo”, advierte la experta.

Las necropsias en rumiantes han permitido detectar diversas enfermedades. Las más comunes, de acuerdo al diagnóstico de La Salle, son las patologías respiratorias en terneros y adultos, seguido están las digestivas en crías y jóvenes ejemplares por la bacteria E.coli y la salmonella.

Riesgo biológico

Luego de 4 horas, el equipo de patólogos ha dado por terminada la necropsia. Los restos de los órganos y huesos se almacenan en bolsas de color rojo que denotan riesgo biológico. Posterior son recogidos por la empresa de aseo.

Las bolsas no pueden pesar más de 25 kilos para evitar su rompimiento. En el sitio de disposición final son incineradas.

“Las bolsas se quedan en un cuarto frío 3 o 4 días. Si necesitamos que las recojan antes, podemos llamar y pedir que lo hagan. Eso depende de la patología, por ejemplo, si un ternero murió por un trauma craneoencefálico se puede quedar 2 o 3 días, pero si es por clostridiales no se puede pasar más de 12 horas”, aclara.

Vacunos, equipos, caninos, felinos, hasta una nutria, han estado en las manos de los patólogos que han hallado la causa de su muerte para evitar la propagación de enfermedades que pongan en riesgo la salud de más especies, incluida la humana. (Lea: Enfermedades que afectan al ganado)

Estéfany, que ha hecho más de 200 necropsias en 4 años, finaliza por decir que “desafortunadamente”, aunque es el método más seguro para seguirles los pasos a los animales post mórtem, no es el más practicado en Colombia. Más cuando no se obliga al ganadero a hacerla.

“El ganadero no accede a ellas. Por eso es importante que el dueño de la finca y el médico asesore para que se tome la decisión de hacer el procedimiento cuando sea necesario. No hay una ley que obligue a hacerla y si el animal murió en campo es enterrado y no pasa nada más”, expresa.

Si un vacuno muere en su finca por causas desconocidas o se cree que su deceso se dio por una enfermedad de control oficial, se debe informar a la entidad de sanidad para proseguir a evaluar el cuerpo del rumiante. En este caso, la necropsia es de carácter obligatoria.

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