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por: - 31 de Diciembre 1969

El poeta francés Charles Baudelaire (1821-1867) dijo: “El mayor truco del diablo es hacernos creer que no existe”, algo que lo observamos permanentemente en Latinoamérica, cuando muchas personas afirman que el comunismo ya no existe.

Dentro de ellas hasta seguidores de la doctrina marxista leninista, como artificio para engañar a los desprevenidos, pero esos mismos comunistas se mimetizan en supuestos movimientos alternativos, ambientalistas, feministas, indigenistas y de otras especies, cambiando de rótulo, pero el contenido es el mismo.

En el caso colombiano la cosa quedó bastante visible, cuando el presidente Gustavo Petro, sin ningún rubor en su visita de junio a Alemania, lamentó la caída del muro de Berlín, lo que demuestra a las claras que el mandatario colombiano sigue anclado, en la doctrina marxista que tantos sufrimientos le ha causado a la humanidad; resaltando que todavía no se conoce que algún partido comunista relevante o figura conspicua de esa corriente, le haya pedido perdón a la humanidad por los millones de crímenes cometidos por los más importantes líderes del marxismo, desde 1917 hasta nuestros días.

En el Evangelio de San Lucas 16:8, leemos: “Los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz”, y sin hacer ningún esfuerzo, lo observamos con Nicolás Maduro en Venezuela, que ha hecho gala de su religiosidad, utilizándola para aleves planes; pero el caso más deplorable es el que sucede con el dictador comunista Daniel Ortega en Nicaragua, quien hace pocos días, disolvió la Compañía de Jesús, orden católica a la que pertenece el papa Francisco.

Además, Ortega ordenó expropiar el patrimonio de esa organización religiosa en el país centroamericano; debido a lo cual, hay que decirlo con tristeza, que así le paga el diablo a quien bien le sirve, dado que sectores del clero nicaragüense ayudaron a derrocar al dictador Anastasio Somoza en 1979, dentro de ellos varios jesuitas que colaboraron después con el gobierno sandinista; a lo que habría que adicionar que en Colombia el CINEP (Centro de Investigación y Educación Popular) de los jesuitas, tan cercano a la Teología de la Liberación de origen marxista, no condena la vejación que está realizando Ortega en contra de su comunidad en Nicaragua; definitivamente les puede más el sesgo político e ideológico que el Evangelio.

Indudablemente, la astucia de los seguidores del marxismo no tiene límites, puesto que con la jugarreta que emplean para tramar a personas despistadas, acerca de que el comunismo no existe, buscan que los demócratas bajen la guardia; debido a que no se conoce, por ejemplo, que en algún congreso del partido comunista chino se haya renunciado al marxismo leninismo; de igual manera no existe documento del partido comunista cubano que dirige la dictadura que envilece a los habitantes de la isla, en que aparezca que hayan renegado del comunismo, además no se conoce la fecha en que el régimen de Corea del Norte desertó del marxismo, lo mismo acontece con el partido comunista de Vietnam que gobierna a ese país desde 1975, con el agregado de que las dictaduras de Venezuela y Nicaragua se jactan de ser marxistas.

En Colombia los diferentes partidos que se proclaman marxistas leninistas, varios de ellos que hacen parte del Pacto Histórico de Petro, tampoco se les conoce que hayan abjurado de esa doctrina, a lo que se le adiciona que existen movimientos criptocomunistas que se ocultan; sin olvidar a las bandas narcoterroristas de las Farc y el Eln que han asolado al país durante décadas, debido a que desde su aparición abrazaron las entelequias marxistas; de manera que por su teoría y práctica, el comunismo sigue al acecho para llevar a la población colombiana a una dolorosa esclavitud.

En consecuencia la enemistad entre el Cristianismo y el marxismo es de antaño, prácticamente desde la aparición de ese movimiento diabólico, y al igual que en el libro bíblico del Génesis 3:15, en donde Dios pone enemistad entre la serpiente (que representa a satanás) y la mujer; también el antagonismo entre las enseñas de Jesucristo y los sofismas de Karl Marx, son absolutamente indiscutibles, en razón a que el Cristianismo Católico es una institución de 2 milenios, que tiene la opción preferencial por los pobres para su desarrollo eclesiástico, pero sin utilizar a los necesitados para proyectos políticos, dado que desde la Iglesia Primitiva esa ha sido su vocación, que con luces y sombras la ha cumplido, por lo que hay que rechazar los trucos diabólicos que representa el totalitarismo reproducido principalmente por el marxismo leninismo.

@arielpenaG