Con una parcela demostrativa en la isla se busca evaluar el comportamiento de este tubérculo en condiciones insulares, integrando a la comunidad raizal en un ejercicio de investigación participativa.
El archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina fortalece su soberanía alimentaria gracias a un proyecto de investigación que busca evaluar el comportamiento agronómico de la batata variedad Agrosavia Aurora.
Esta iniciativa marca un paso importante en la transferencia de tecnología para territorios con condiciones agroclimáticas particulares.
Evaluación agronómica
También conocida como papa dulce, la batata cuenta con una variedad desarrollada por la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia). Se trata de la batata Aurora, que es protagonista de un nuevo proceso de validación en Providencia.
Allí se ha iniciado la planificación y establecimiento de una parcela demostrativa con tres tipos de manejo agronómico: tradicional con fertilización química, tradicional raizal y orgánico.
Juan Guillermo Cubillos Hinojosa, investigador PhD del Centro de Investigación Motilonia de Agrosavia y líder del proyecto, explicó que el objetivo es determinar “si la promesa de valor de esta variedad se mantiene bajo las condiciones del archipiélago”.
“Estaremos evaluando indicadores fisiológicos, variables de rendimiento y el comportamiento frente a plagas y enfermedades durante dos ciclos productivos”, precisó.
Investigación participativa
El componente social es fundamental. El proyecto surge como una segunda fase del plan de vinculación territorial impulsado por el Ministerio de Agricultura, en respuesta a los retos derivados por el paso del huracán Iota.
“Esta segunda fase se desarrolla en Providencia, donde se priorizó el cultivo de batata como uno de los sistemas productivos de mayor fortaleza en el territorio”, indicó Cubillos.
La comunidad raizal no solo ya ha sido consultada, sino que participa activamente en el proceso de investigación.
“Ya se realizaron talleres y capacitaciones sobre el manejo del cultivo y plagas. Además, establecimos un semillero en la granja municipal, y serán los mismos agricultores raizales quienes acompañarán al equipo técnico en la captura de datos en campo”, afirmó el investigador.
Agricultores raizales acompañar al equipo técnico / Foto: Agrosavia.
Transferencia tecnológica con impacto local
Además de evaluar la batata Aurora, el proyecto contempla la transferencia de otras tecnologías que Agrosavia tiene disponibles. Esto incluye el uso de bioinsumos como Tricotec para el manejo sanitario, y Monibac y Fosfotal para la fertilización biológica.
“Queremos que el productor del archipiélago tenga acceso al conocimiento y a soluciones tecnológicas que le permitan transformar el agro local desde la ciencia”, enfatizó Cubillos
Y añadió: “La idea es que esta variedad pueda convivir con las batatas criollas y que se apropie como parte de su dieta tradicional, como ya ha comenzado a suceder en San Andrés”.
Perspectivas de impacto
Más allá de los resultados técnicos, el proyecto apunta a generar recomendaciones de manejo adaptadas a las condiciones insulares, con un enfoque inclusivo y territorial.
“Al final del proceso, se generará un informe técnico con recomendaciones prácticas y créditos compartidos entre la comunidad y el equipo de Agrosavia”, concluyó el investigador.
Este esfuerzo refleja cómo la ciencia puede ser una herramienta poderosa cuando se construye en conjunto con los territorios, respetando su identidad cultural y productiva.
Comunidad raizal de SAI / Foto: Agrosavia.