Una nueva especie de fruta silvestre, endémica del Atlántico y emparentada con el arazá amazónico, ha sido oficialmente reconocida por la ciencia.
El descubrimiento, liderado por investigadores de la Universidad del Atlántico, abre nuevas posibilidades para la agroindustria y la conservación de los ecosistemas del Caribe seco.
En los bosques secos de Juan de Acosta, Atlántico, crece una fruta que durante generaciones fue considerada venenosa por las comunidades locales. Conocida popularmente como “guayaba del monte”, esta fruta llamó la atención del biólogo Yeiner Molina, quien, recordando las advertencias de su abuelo, decidió investigar más a fondo.
Al compartir su hallazgo con el profesor Hermes Cuadros de la Universidad del Atlántico, en el año 2020 iniciaron una investigación que, tras cinco años de estudio, confirmó que se trata de una nueva especie para la ciencia, bautizada como Eugenia costera, también conocida como arazá costero. Este fruto, de color amarillo al madurar, se diferencia de otras especies similares que suelen tornarse rojas.
El biólogo Yeiner Molina descubrió una nueva especie conocida como arazá costero. Foto: Cortesía
Una joya endémica del Caribe seco
La Eugenia costera es una especie endémica, es decir, única en el mundo y presente solo en el Atlántico. Su hábitat se limita a las riberas de los arroyos La Conchita y El Morotillo en Juan de Acosta, donde crece de forma silvestre.
Este descubrimiento no solo enriquece la biodiversidad de la región, sino que también destaca la importancia de conservar los ecosistemas del Caribe seco, amenazados por la expansión agrícola y el cambio climático.
“Para quienes confunden al arazá costero con otras frutas tropicales, es importante tener en cuenta que el arazá costero cuenta con una o dos semillas grandes, mientras que otras especies como el guayabo amazónico trae cinco o más”, relató Yeiner Molina a CONtexto ganadero.
Otra característica de este fruto es la presencia de zinc en el exterior de sus semillas.
Este fruto, de color amarillo al madurar, se diferencia de otras especies similares que suelen tornarse rojas. Foto: Cortesía
Potencial agroindustrial y cultural
Aunque aún no se han realizado estudios exhaustivos sobre sus propiedades nutricionales, el arazá costero podría tener un alto valor agroindustrial, similar al arazá amazónico, utilizado en la producción de jugos, mermeladas y otros productos.
Además, su historia, que combina saberes ancestrales y ciencia moderna, la convierte en un símbolo de la riqueza cultural y natural del Caribe colombiano.
Llamado a la conservación
El descubrimiento de la Eugenia costera subraya la necesidad de proteger los ecosistemas locales y de fomentar la investigación científica en la región.
La colaboración entre comunidades locales y científicos ha sido clave en este hallazgo, demostrando que el conocimiento tradicional puede ser un aliado valioso en la ciencia moderna.
Este fruto, que alguna vez fue evitado por temor, ahora representa una oportunidad para el desarrollo sostenible y la valorización de la biodiversidad del Atlántico colombiano.
Este descubrimiento no solo enriquece la biodiversidad de la región, sino que también destaca la importancia de conservar los ecosistemas del Caribe seco. Foto: Cortesía