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PorCONtexto ganadero-18 de Noviembre 2024
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Por - 21 de Noviembre 2012
El cambio climático, la minería y la deforestación han reducido los recursos alimenticios de comunidades indígenas y familias de la zona que, pese al apoyo de otras regiones, ven a sus niños padecer enfermedades y morir.
Instituciones como Conservación Internacional Colombia (CI), el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas Sinchi y la Fundación Gaia Amazona coinciden y han advertido que la disminución de peces en todas las fuentes hídricas y la escasez de suelos para sembrar, tienen a los pobladores de la zona, indígenas en su mayoría, en busca de otras posibilidades para abastecerse o buscando refugio en las ciudades.
Actualmente, según cifras de la Organización de los Pueblos y Autoridades Indígenas de la Amazonia Colombiana (Opiac), la zona tiene 56 pueblos indígenas con 200 mil habitantes, distribuidos en seis departamentos y 48 millones de hectáreas, todos ellos dependen de los ríos para transportarse y llevar alimento a sus hogares, pero en las largas épocas de sequía, por ejemplo, la movilidad por los principales ríos de la Amazonía es restringida, lo que impide llevar proteína animal a sus comunidades.
Según Carol González, vocera de la Opiac, uno de los grandes retos tiene que ver con la atención del Estado. ‘Guainía y Vaupés están entre las regiones con mayor número de muertes de niños por desnutrición. ‘El tema es complicado y por tratarse de una zona tan alejada, nadie se preocupa’, señala González.
Así mismo, los programas del Gobierno, a través del ICBF, están mal enfocados y para los representantes de Fundación Gaia Amazona, no dimensionan la realidad del problema ni las condiciones de la zona. ‘Aparte de que llegan alimentos como leche, galletas o bienestarina; no existe un esquema para enseñarle a las familias como consumirlos, por lo tanto, se genera desnutrición y se pierde la cultura alimentaria del territorio’, explican representantes de la entidad.
Si a esto se suma la intención del Gobierno de utilizar 17 millones de hectáreas de la Amazonía y la Orinoquía para la minería y a que las ayudas alimentarias siempre llegan tarde, los casos de hambre proliferarán en cuestión de meses y, como dice Carlos González, de Opiac, intentar recuperar los suelos y la agricultura será innecesario porque ya no habrá comunidades que los utilicen’.
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