Johan Henri de Waal
Foto: Carta Fedegán

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Productividad con sello colombo-holandés

Por - 26 de Marzo 2013


Luego de recibir un predio totalmente desolado y convertido en un desierto, Johan De Waal se dio a la tarea de transformarlo y llevarlo, hoy en día, a ser un ejemplo de progreso y sostenibilidad reconocido en la región de Bolívar.

Johan Henri De Waal nunca imaginó que un viaje de negocios, de tipo comercial, para promocionar productos de la empresa tabacalera para cual trabajaba en 1967, lo llevaría a enamorarse de Colombia y a quedarse en el país para siempre. El clima, los paisajes y la cultura del Caribe colombiano lo cautivaron. Por eso, este holandés que desde muy pequeño ha estado involucrado en temas ganaderos y viviendo en el campo, ve la ganadería como ‘una afición y una aventura antes que cualquier otra cosa’.

Por eso, tras haber tenido la primera experiencia ganadera en Turbaco y conocer de lleno las preocupaciones y dificultades de agricultores y ganaderos en Colombia, se trasladó a Arjona, Bolívar, a mediados de la década de los 90 donde empezó a mirar, analizar y estudiar las posibilidades de comprar  terrenos allí. La decisión final causó sorpresa entre sus familiares, amigos y allegados: compró una finca desolada, infértil y acabada por cuenta del mal manejo que se le dio a la tierra, con los cultivos de algodón que alguna vez crecieron ahí.

‘Decidí comprarla porque está cerca a una represa y sabía que las fuentes hídricas jamás faltarían, pero también lo hice porque se encontraba casi destruida’, dice este ganadero de gestos amables y un español cansino. Para él, esta aventura era una apuesta incierta, pero interesante. Porque sin asomo de intereses comerciales lo único que espera De Waal es, según sus propias palabras: ‘devolverle a la madre tierra y a la naturaleza un poco de todo lo que nos regala a diario’.  

Lo primero que hizo para empezar a recuperar la tierra fue comprar canastas de semillas para hacer crecer árboles y reducir el tamaño de los potreros, además de poner cerca eléctrica. Los primeros 8 años fueron de pérdidas y poca rentabilidad, pero De Waal asegura que era normal mientras se estabilizaba el suelo y las vacas empezaban a producir, en cantidad y calidad, de acuerdo a lo que consumían diariamente. En todo caso, ya había procesos que se reconocían a simple vista pues en 3 años ya había restaurado la parte vegetativa y la fertilidad del suelo. ‘Con esto me di cuenta que no tierra mala, sino mal administrada’, señala el agricultor europeo.

Decidió comprar y criar ganado de raza Jersey, una raza de ganado vacuno británico productor de leche, de pelaje marrón claro, que es famosa por el alto contenido graso de su leche y por la docilidad de sus vacas. Así mismo, según él, no necesitan consumir tanto alimento para producir altas cantidades de leche y además de buena calidad.

Así las cosas, Los Campanos, que ahora es una finca doble propósito, pasó a ser en menos de 5 años un terreno de producción agroforestal y silvopastoril con el litro de leche mejor pago de la zona: $1.125. El nombre del predio no es casualidad. Se trata de la denominación que en la costa le dan a -El Samán-, un árbol que de acuerdo a De Waal, es bendito para cualquier lugar.  

Cuando llegó la bonanza

A finales de 2006, el arduo trabajo y la dedicación de esta ganadero y sus empleados, empezó a dar frutos.  El hato ganadero empezó a crecer, el cruce de razas le permitió mejorar la genética de los animales y por ende la calidad de la leche y carne que se produce; la siembra de 5 hectáreas de Morera y la implementación de procesos dinámicos, le dieron un ganado resistente, de buena pigmentación, así como tierras más fértiles.

Desde aquella época, la finca participa en los Círculos de Excelencia, de Fedegán. Dicha participación le ha valido para aplicar parámetros acertados en materia productiva y reproductiva. En especial, para sortear temporadas de fuertes lluvias como las que azotaron al país en 2010 y 2011 cuando llegó con más fuerza el fenómeno de la Niña. ‘Hemos tratado de hacer crecer la finca en el aspecto orgánico, para que con mejores pastos y forrajes se mantenga la producción intacta sin importar si llueve en exceso o, por el contrario, no cae ni una gota de agua’, asegura De Waal.   

Pero después de alcanzar los objetos principales de este predio, Johan Henri va por más. Ahora espera implementar procesos de ordeño mecánico y mecanización de otros procedimientos con la compra de tractores y maquinaria especializada.

Los Campanos, que tiene una extensión de 200 hectáreas y cuenta con 650 cabezas de  ganado, el propósito es producir forraje basado en pasturas, árboles y arbustos forrajeros; planeando muy bien su utilización. ‘En Colombia, antes de ser ganaderos, debemos ser agricultores, por eso el manejo y la utilización de los suelos es vital para mejorar la productividad’, indica el holandés.

Con la claridad absoluta de cuáles son las problemáticas que aquejan al agro y a la ganadería en Colombia, Johan Henri se siente muy colombiano y solo regresará a Holanda de visita y para temporadas de vacaciones, no más. ‘De acá ya no me voy, no lo tengo en mis planes. Acá hay mucho por hacer y eso me agrada bastante’.

Asociatividad y mejor infraestructura son las claves para que un ganadero colombiano pueda competir con la UE y otras naciones productoras por excelencia, señala el ganadero europeo que con la empresarización de su finca se ha convertido en referente para los productores de la región. Las claves: empeño, dedicación, disciplina y un registro detallado de cada proceso productivo que lo llevarán a lograr nuevos propósitos en el corto y mediano plazo y darle a la madre tierra algo de su conocimiento para que reverdezca y le dé al sector pecuario otro panorama ante el continente y el mundo.