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Foto: Cortesía CIPAV.

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Los Pomos, ejemplo de constancia y persistencia

Por - 05 de Diciembre 2016


Alcides Cardona no huyó de Belén de los Andaquíes por la presencia de los paramilitares, ni la la muerte de su padre, tampoco por la destrucción de su finca ni las pocas esperanzas que tenía para reactivarla. Hoy es un ejemplo para los caqueteños pues demostró que su entereza y convicción rendirían frutos.   La Real Academia de la Lengua define la palabra resiliencia como la capacidad de un ser vivo de adaptarse a un agente perturbador o una situación adversa. Esa condición la adquirió desde muy joven Alcides Cardona, el protagonista de esta historia que se desarrolla en Belén de los Andaquíes, una población que no se salvó de la guerra interna de Colombia.    Dolor   Alcides y sus 6 hermanos vivieron días caóticos por cuenta de la violencia. Los paramilitares querían ingresar al departamento y disminuir la fuerte presencia que tenían las Farc en suelo caqueteño. Por eso, poco a poco fueron incrementando su pie de fuerza en Belén. Además establecieron algunos laboratorios para procesar alcaloides y así financiar su estructura armada. (Crónica: 92 de cada 100 vacas dan al menos una cría al año en La Cascada)   Según pude conocer, el comandante que estaba en dicha zona era temerario y muy violento. Mucha gente fue torturada sin ninguna razón, o tal vez sí, enviar un mensaje claro: miedo.   A diario, varios belemitas eran torturados en la cancha de microfútbol del municipio. La víctima de turno era amarrada en los brazos y pasaba la noche colgada en las porterías, pero al amanecer los soltaban. Alcides pasó por allí 2 veces.   La vida de la familia Cardona fue aún más triste cuando la cabeza del hogar fue asesinada en extrañas circunstancias. Unos dicen que fue por una deuda, pero lo cierto es que esa muerte dejó un dolor profundo, especialmente en Alcides quien a pesar de ello nunca se fue del municipio y soportó hasta que los paramilitares se fueron de Belén de los Andaquíes. (Crónica: La labor de un jornalero durante una feria nacional)   “A mí nadie me va a devolver a mi papá. Es un dolor que sigue ahí y lo tengo guardado en mi corazón. Al principio era duro y me preguntaba, ¿por qué a mí?, y me llenaba de rabia”, dice con los ojos aguados.   Oportunidad   Una vez salieron los paramilitares de la población y Los Pomos quedó prácticamente destruida, Alcides buscó una alternativa para recuperar el predio en el que nació y con el que podía salir adelante.   La explotación estaba desolada, sin árboles, maltratada y afectada por las altas temperaturas. Eso lo llevó a buscar árboles. Quería recuperar paulatinamente la finca y verla como era antes de que la violencia llegara a su municipio.   En ese camino, Alcides llegó a una socialización de un programa denominado como ‘Conservación y Gobernanza del Piedemonte Amazónico’, una iniciativa financiada por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID (por sus siglas en ingles), y ejecutada por Patrimonio Natural y CIPAV, que pretendía desarrollar un enfoque de gestión del paisaje que permitiera mantener la integración de los ecosistemas del piedemonte y promover el desarrollo económico sostenible.   Allí les pidió a quienes daban la charla, una oportunidad para acceder a árboles, ya que la Alcaldía de Belén de los Andaquíes no había oído su petición, por lo que creía que a través de esa iniciativa era posible hacer realidad su sueño: reactivar la finca. (Crónica: Hacienda Chicamocha, producción de alta calidad con vocación ecológica)   “Yo había empezado a mejorar las pasturas pero todas estaban destapadas, por eso necesitaba árboles, porque al ganado podía darle comida pero no tenía cómo brindarle bienestar. Yo le dije al funcionario de CIPAV en esa reunión que estaba dispuesto a sembrar esas especies de inmediato”, narra con emoción.   Tras ese acercamiento, un técnico del Centro fue al predio, se organizó un plan de trabajo y con todo estructurado Alcides recibió sus árboles.   Actualmente el predio tiene 1.000 árboles de especies como carbón, yopo, melina, nogal cafetero, y nacedero. A eso se le suma el uso de algunas pasturas mejoradas como el pasto brachiaria asociado a kudzú. Eso le permitió pasar de tener una producción de uno o 2 litros diarios de leche por cabeza a 11.   Familia   En medio de tanto sufrimiento, Alcides tuvo tiempo para el amor. En Puerto Torres, una vereda del municipio se enamoró de Yarledy, una joven belemita con quien ya tiene 3 hijos, uno de ellos no fue fruto de su amor pero a quien él quiere como si fuera propio. Hace 13 años están juntos y esa unión ha sido esencial para sacar adelante Los Pomos. (Crónica: Con un hato pequeño, también se puede ser rentable)   Jean Carlos se ha encargado de sembrar, cuidar y regar cada árbol que llega a la finca. Foto: Cortesía CIPAV.   Jean Carlos tiene 12 años y conoce al detalle todo lo que ocurre en la finca. Me dice que tienen 48 vacas F1 de Gyr x Holstein, ya que ese cruce les ha permitido tener animales con buena producción de leche y adaptación al clima caqueteño.   Mientras que Karen Julieth de 11 años, la otra hija de Alcides y que es más tímida que su hermano, está al tanto de sembrar los árboles, cuidar el ganado y acompañar en algunas labores a su mamá.   Sin embargo, Faiver, el hijo que no surgió del amor entre Yardely y Alcides, es la mano derecha de su padre adoptivo y es motivo de orgullo para este caqueteño pues cada que no está en el predio sabe que todo va a estar bien.   Él tiene 15 años, desde los 4 está con Alcides y con tan pocos años aprendió todas las labores de Los Pomos, ordeñar, cultivar, alimentar a los animales, rotar los potreros. “A pesar de su corta edad él me responde con todo. Es muy responsable así se quede solo”, dice con Cardona. (Crónica: Así es la vida de un ganadero que se sobrepuso a la guerra)   Alcides sueña seguir implementando más árboles, mejorando su producción, pero sobretodo ser un ejemplo para sus hijos quienes en el futuro aspiran a ser médicos veterinarios o administradores de empresa y así darle continuidad al legado de su padre.