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Sol y pobreza

Por CONtexto ganadero - 23 de Noviembre 2012

Después de ser adorado por civilizaciones poderosas hace milenios, el sol ha preferido la compañía de los pobres. Hoy se destaca el descrédito absoluto en que ha caído el Astro Rey.

Desde siglos estamos atrapados por esta maldición del Sol.  Las otras tierras, las protegidas por maravillosas estaciones o melancolías nubladas, disfrutan del desarrollo la riqueza, la abundancia.

En nuestro país la desmesura es más protuberante. Los privilegiados de lameseta – Sombras y Nubes – detentan el poder económico, y el otro que es lo mismo.

El buen Goethe, que prefirió la claridad al latido, fue el más alto profeta de la mesura. Desconcierta por ello, cuando en agónico instante reclamó: “Luz, más luz”. Es posible que una investigación rigurosa determine que esa luz no era solar, o que la petición fue invocada por Juan Pueblo y no por alguien que era contemporáneo del futuro, y favorito del pasado, que escribía en alemán y era universal.

Quedó establecido  que por tener sol se recibe menos. El esfuerzo y la técnica no valen si se hacen al sol, así se fabriquen proteínas para un pueblo famélico, materias primas a los poderosos o necios antojos para consumos conspicuos. Nada de eso cuenta …

Inmensa es la degradación del Astro Rey, trágico compañero, amigo fiel de los pobres. Quizás Garcia Márquez desdeño la causa y afinco su tesis en el efecto como Fatum. Si tuviese valor la mierda, los pobres no tendrían … pero es innegable que la pobreza si parece ser la hija predilecta del astro.

Los pueblos poderosos vienen a descansar de su riqueza al expiar sus contritas culpas. Para tal propósito les ayuda en toque del sol, eso sí, previo bloqueador y desdén por el entorno. La sombra puede ser sospechosa pero confortable y segura y esos visitantes se encandilan y

sienten obligados a ofrecer inútiles recomendaciones a quienes somos súbditos del rey de la pobreza.

Esas buenas gentes de los climas benignos no sufren las inclemencias de los “otros”. Implacables rayos de miseria y desesperanza nos acompañan siempre. Y nos llevan a la compulsiva dependencia del aire acondicionado, nuestra adicción al hielo y al agua helada, que tampoco mitigan la sed de bienestar de gentes que son la mitología del padecimiento.

Los ganaderos y todos los del sector rural trabajamos al sol, pretendemos ingresos y rendimientos similares a quienes laboran en una confortable Oficina. ¡Cuánta ingenuidad!. Podemos modernizar sistemas de producción y hacer más eficiente nuestra actividad pero la maldición del sol nos acompañara siempre. Además hemos sufrido el desdén de un Estado Anti rural que nos ignora y nos lacera. Quiera Dios que en la Habana no nos terminen de despedazar.

Quizás debemos creer resignados que el sol es vigor, salud, fuerza, profilaxis. Si los locos le tiran piedras a la luna, no continuemos ese relajo con el sol.

Así el único pago que se exija por él, sea la pobreza ¿Qué le vamos hacer?.

Aún cuando tenga morboso corte: es posible que no solo el sol sea Pobreza, sino que la pobreza sea sol.