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Se espera un 2017 turbulento

Por Carlos Holmes Trujillo - 04 de Enero 2017

Es usual que al principio de cada nuevo año se hagan afirmaciones como la que encabeza estas líneas. Sin embargo, en las circunstancias actuales no puede decirse nada diferente. Lo que requiere Colombia es que la economía crezca rápidamente, más inversión pública y facilidades para los inversionistas privados.

Es usual que al principio de cada nuevo año se hagan afirmaciones como la que encabeza estas líneas. Sin embargo, en las circunstancias actuales no puede decirse nada diferente. Lo que requiere Colombia es que la economía crezca rápidamente, más inversión pública y facilidades para los inversionistas privados.   Entrará en vigor una reforma tributaria dañina, se avanzará en la implementación del acuerdo con las Farc, y empezará una temporada política que concluirá con la elección de nuevo Congreso y Presidente de la República. 

Esos hechos generarán incertidumbres y desajustes, cuyo impacto en el futuro del país será significativo.

En cuanto a lo primero, debe tenerse presente que lo que necesita Colombia es que su economía crezca aceleradamente, y conseguir la ampliación significativa de la clase media en forma estable, es decir, sin las vulnerabilidades que tiene hoy.

Infortunadamente, lo que aprobó el Congreso producirá el efecto contrario. Golpeará las empresas y las personas naturales, impedirá la competitividad de las primeras, y afectará la inversión, la producción y el consumo.

Con respecto a lo segundo, dicha implementación tendrá lugar en un ambiente de división debido a la intransigencia del Gobierno y de las Farc, que impidió conseguir el deseable acuerdo nacional.

Ya se verán las tensiones institucionales y los problemas que sobrevendrán, a raíz de las distintas interpretaciones que les darán unos y otros a diversos contenidos de lo acordado.

Con respecto a lo tercero, ni hablemos. Los herederos de Tirofijo apenas han dado unos primeros pasos. Y como consiguieron lo que ninguna administración anterior había aceptado concederles, razón por la cual firmaron, poco a poco querrán seguir avanzando en busca del premio gordo. De hecho, ya lo anunciaron.

La etapa siguiente será el llamado Gobierno de transición, que envuelven en el papel regalo de que se trata de garantizar el cumplimiento de lo convenido en La Habana.

¡Cuidado con la ingenuidad!

Tengan en cuenta que, desde hace mucho tiempo, proclamaron que las negociaciones en Cuba producirían apenas unos mínimos, con el fin de abrir posteriormente la puerta a los grandes cambios políticos, económicos y sociales que serían el fundamento de la paz. 

Es aquí donde está el meollo de la batalla política que viene. Algunos seguirán creyendo que lo que suscribieron Santos y Timochenko es un papel inofensivo que no cambia nada, en el que apenas se consignan reivindicaciones largamente esperadas. ¡Cuidado!

Como no es así, y las Farc lo tienen claro, es que están hablando del llamado gobierno de transición.

En esas hojas rubricadas hay mucho Estado, grande por lo demás, subsidios, instituciones paralelas, nuevos centros de poder disfrazados, y poco para la inversión, la creación de empresa y la generación de empleo digno.

Lo que requiere Colombia es que la economía crezca rápidamente, más inversión pública, facilidades para los inversionistas privados y los productores de bienes y servicios, y sectores sociales de calidad, gracias al combate sin contemplaciones a la evasión y la corrupción.

Este es el fondo del asunto y no hay ninguna razón para ocultar el verdadero debate que se nos vino encima. La alternativa será: ¿reconstrucción o transición? Muchos, desde luego, estaremos en la primera orilla, porque el país hay que reconstruirlo.   Periódico Portafolio, enero 2 de 2017.