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Santos, Olof Palme y la tercera vía

Por Eduardo Mackenzie - 21 de Mayo 2015

Ante el misterio que encierra el entreguismo de Santos ante las Farc, ante la imposibilidad de saber, por ahora, qué es lo que hay detrás del empecinamiento de hacer concesiones sin contraprestación a esa peligrosa banda armada y a los cubanos, queda el recurso de hacer, al menos, el inventario de las motivaciones intelectuales que podrían explicar esa particular actitud.

Ante el misterio que encierra el entreguismo de Santos ante las Farc, ante la imposibilidad de saber, por ahora, qué es lo que hay detrás del empecinamiento de hacer concesiones sin contraprestación a esa peligrosa banda armada y a los cubanos, queda el recurso de hacer, al menos, el inventario de las motivaciones intelectuales que podrían explicar esa particular actitud.   Pues debe haber teorías que incendian esa mente. La sola locurita gaseosa del Premio Nobel que le han prometido no da para tanto.   Examinemos pues una de esas teorías, que tiene la ventaja de asomar cada cierto tiempo en los discursos del presidente.Juan Manuel Santos, de vez en cuando, dice ser partidario de la “tercera vía”, sin explicar a cuál de las numerosas variantes de esa construcción él es adicto.   Como se sabe, esa fórmula sirve para designar programas y visiones del campo político y social muy diversas. La frase fue lanzada por primera vez por el Papa Pio XI, en su encíclica Quadragesimo anno(1931), la cual buscaba un camino entre el socialismo y el capitalismo.   El líder laborista británico Blair y el presidente Clinton adoptaron después esa fórmula para ilustrar otros combates políticos, como lo habían hecho el sociólogo norteamericano Wright Mills, el teórico comunista Ota Sik, y como harán el primer ministro holandés Win Kok, el canciller alemán Gerhard Schroeder  y hasta el nefasto dictador Muamar Kadhafi.   Otro partidario de la “tercera vía” fue el socialdemócrata Olof Palme, primer ministro de Suecia de 1982 a 1986 (1). Los soviéticos intentaban en esos años dividir la alianza atlántica. En lugar de denunciar eso, Palme trataba de apaciguar a Moscú. Por eso atacaba violentamente la política exterior de Estados Unidos en Vietnam y en Medio Oriente, y financiaba las guerrillas centroamericanas, lo que no le impedía a Suecia disfrutar, al mismo tiempo, de la protección militar de Estados Unidos y de la Otan.   Palme estimaba que ante la imposibilidad de derrotar a un vecino agresivo como la URSS, la única política era hacerle venias, pues una línea de firmeza, por ejemplo, como la que seguía Ronald Reagan, sería un fracaso. La vida demostró cuán equivocado estaba Palme pues la política de Reagan contra el imperio expansionista soviético terminó por dar frutos espectaculares en 1990: Alemania fue reunificada, la URSS se derrumbó y el comunismo, al menos en Europa quedó reducido a polvo.   Con su línea blanda, Palme consiguió que las incursiones de submarinos soviéticos en aguas del Mar Báltico, en lugar de decrecer, aumentaran. Es el affaire “Whisky on the rocks”.  Las fuerzas navales suecas en 14 años se gastaron 4 millardos de coronas (dos millardos de dólares) en nuevas instalaciones radar y en operaciones, lo que incluyó bombardeos aire/mar, para tratar de cazar a los submarinos intrusos. Nunca consiguió nada y si algo terminó con esa historia fue el desmorone del ogro soviético y no las lamentables políticas de capitulación de Palme ante el bloque del Este.   El presidente Santos defiende una teoría similar a la de Palme: como no es posible, dice él, derrotar a las Farc hay que capitular ante las Farc. Esa teoría de que las Farc no son derrotables es falsa y los 2 gobiernos del presidente Uribe probaron lo contrario. Sin embargo, la teoría de la capitulación regresó al poder y sus resultados son desastrosos: las Farc se reorganizaron, creció su agresividad y la mesa de La Habana resultó ser una vulgar ventanilla en donde Timochenko pasa sus exigencias y Santos obedece.   El último capítulo de la racha de aceptaciones humillantes ocurrió ayer cuando Santos nombró un nuevo ministro de Defensa. Sacó a Juan Carlos Pinzón, quien a pesar de ser un soldado disciplinado de Santos no dejaba de señalar el carácter criminal de las acciones de las Farc y hasta criticó ciertos aspectos del “proceso de paz”. Pinzón, hijo de una familia militar,  se pronunció siempre contra la pretensión de las Farc de “reducir” las Fuerzas Armadas de Colombia. El fue reemplazado por un abogado de amplia trayectoria en el sector privado, Luis Carlos Villegas, que fue víctima de las Farc: su hija fue secuestrada en el año 2000 y mantenida en cautividad durante 3 meses.   Embajador hasta la semana próxima en Washington, Villegas intercambiará su puesto con Juan Carlos Pinzón. La prensa santista asegura que Villegas es el hombre ideal para hacer la “reconversión hacia un escenario de terminación del conflicto”. Las Farc, de nuevo, han ganado una partida.   “La paz no puede ser un camino para que los violentos alcancen el poder”, advirtió Pinzón al despedirse en la Escuela Militar. ¿Cómo interpretar esa frase tan importante? ¿El era un obstáculo para la aceleración de las capitulaciones? Pinzón se felicita de haber dado golpes severos a las Farc y a las otras bandas criminales, y haber creado 9 fuerzas de tarea, 18 brigadas móviles y 2 brigadas de infantería de marina en sus 44 meses al frente del Ministerio. ¿Qué quedará de esas estructuras si la línea de debilitar la Fuerza Pública se impone del todo? ¿La racha de destituciones de altos oficiales, lo de dejar en tierra la fuerza aérea y abolir la aspersión aérea de los cultivos ilícitos es sólo el comienzo? ¿El próximo paso será el cese al fuego bilateral?   La “tercera vía” de Santos nos está llevando a callejones sin salida como le ocurrió a otros.    (1).- Palme fue asesinado en una calle de Estocolmo el 28 de febrero de 1986. Ese crimen no ha sido elucidado. Un drogadicto fue detenido pero en 2011 la revista alemana Focus afirmó que el pistolero era un miembro del servicio secreto de Yugoslavia que vive tranquilamente en Croacia.