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Lo mínimo

Por Miguel Gómez Martínez - 07 de Diciembre 2016

Los gremios, cada día menos representativos.

Los gremios, cada día menos representativos.

2 millones de colombianos ganan el salario mínimo. Pero 6 millones ni siquiera ganan el mínimo y no tienen empleo estable ni recibirán nunca una pensión. Para ellos el trabajo es el verdadero castigo bíblico porque sólo les representa fatigas sin  que la compensación sea siquiera el mínimo legal.   La inflación estará este año en un 6 %, el doble de la meta de inflación que había determinado el Banco de la República. La economía se está frenando y en el tercer semestre solo aumentó en un 1,2 %. El desempleo está aumentando y la reforma tributaria seguramente será un golpe para el menguado poder adquisitivo de los colombianos.   Es en este contexto que se negociará el alza del salario mínimo. Los gremios, cada día menos representativos, llegarán con el discurso tradicional de atar el aumento del mínimo a la posibilidad de crear nuevos puestos de trabajo. Según los empresarios si el salario sube demasiado se pierde competitividad y deberán despedir empleados. El problema es que este argumento solo opera en un sentido. Todos los beneficios que en los últimos años han sido otorgados a los empresarios para que creen más puestos de trabajo han dado resultados decepcionantes.   Los sindicatos seguirán olvidando que ellos solo representan a los empelados públicos, que son los que tienen sus empleos garantizados y que por lo tanto son privilegiados en este mundo laboral inestable. Poco les importan los desempleados que sufren la angustia del empobrecimiento y la marginalidad. En esta ocasión tienen a su favor que la inflación se desbordó y es un hecho que no puede ser desconocido.   El Gobierno, cuya política económica hace agua por todos los lados, actuará de árbitro sesgado de esta discusión. Necesita que los grandes empresarios, que son los dueños de los medios, lo sigan apoyando y por ello buscará inclinar la balanza a su favor. Además quiere tranquilizar a los observadores internacionales que miran con preocupación el deterioro de la situación económica nacional.   La negociación del salario mínimo es una tragicomedia en la que millones de colombianos están relacionados. El porcentaje de aumento es una referencia obligada para los incrementos de las demás remuneraciones, las alzas de muchos de los precios públicos o la fijación de los precios de miles de bienes y servicios. La ausencia de una política integral que permita crear empleos estables y bien remunerados es el principal obstáculo para el progreso de Colombia.   Kienyke, Bogotá, 06 de diciembre de 2016