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Las víctimas al estrado

Por José Félix Lafaurie Rivera - 15 de Agosto 2014

Se veía venir. Entrando al tema de víctimas, las Farc harían lo posible no solo para dilatar las negociaciones -ya este año tampoco será, según Márquez-, sino para eludir sus responsabilidades y meterle conejo al país en una parodia por capítulos.

Primero fue un reconocimiento que el Gobierno amplificó con entusiasmo a pesar de su ambigüedad -“...también ha habido crudeza y dolor provocado desde nuestras filas”-, una confesión más bien ‘babosa’, si se me permite la expresión, pero acompañada de un verdadero Caballo de Troya: la exigencia de una comisión histórica, a la que el Gobierno había dicho que no, pero terminó diciendo que sí, y a cuyos resultados habrá que esperar, aunque se sabe que responderán al objetivo de las Farc de dejar sentado que la violencia y, por tanto, todas las víctimas, son responsabilidad del Estado y de toda la sociedad durante sesenta años.

Segundo. Luego vendrían los grandes foros, exigidos también desde la isla sin unos entregables claros, pero con una estrategia, esa sí muy clara, para privilegiar la participación de todas las víctimas diferentes a las de las Farc, a lo cual ayudó la quizás un poco ingenua falta de coordinación de las víctimas de la narcoguerrilla, que nunca sintieron la necesidad de organizarse como tales para exigir políticamente su condición. Los cientos de testimonios y propuestas de esta escenificación buscaban lo mismo: eclipsar a las víctimas de las Farc y acabar de diluir la responsabilidad por los crímenes de la guerrilla a partir de una curiosa socialización de la culpa.

El tercer capítulo es la selección de las víctimas que irán a La Habana. Mientras terminaba de escribir estas líneas se conoció el listado de las doce primeras, y el debate se encendió de inmediato cuando se supo que solo cinco de ellas eran víctimas de las Farc, y cuando los señores Fabrizio Hochschild y Alejo Vargas confesaron que la escogencia se hizo con la mayor ponderación y siguiendo ‘los criterios de la mesa’.

No entiendo tal ponderación. ¿Acaso no estamos negociando con las Farc el cese de SU violencia y el reconocimiento y reparación de SUS víctimas? ¿Acaso los agentes del Estado no están siendo sometidos a la justicia con ejemplar dureza y sus víctimas reparadas por esa vía? ¿Acaso las de los paramilitares no hacen parte de la instancia transicional de la Ley de Justicia y Paz? ¿Qué hacen allá entonces? Como colombiano me indigna que el Gobierno se someta voluntariamente a semejante claudicación, que no solo desequilibra las negociaciones en favor de las Farc, sino que está minando la credibilidad del proceso y la posibilidad de que el pueblo lo refrende en las urnas.

Ya imagino la frotada de manos de Márquez y Santrich cuando desfilen siete víctimas de agentes del Estado y de paramilitares para sellar con contundencia su tesis y su estrategia: todos somos víctimas, todos victimarios, luego las Farc no están obligadas a reconocer sus crímenes ni a responder ante ningún tipo de justicia, así sea transicional y generosa, por lo menos hasta que no lo haga el Estado y todo el país con ellos.

Y cuarto, Finalmente, las víctimas subirán al estrado en varias tandas, pero a juzgar por la inicial, el resultado neto no será la confrontación a las Farc para exigirles verdad, reconocimiento y reparación, sino para escribir el último capítulo de la exculpación por todos sus crímenes. Y lo peor de todo, mientras los siguen cometiendo.

Nota bene. Después del punto final registro la información radial de otro atentado de las Farc en Tumaco, con tres civiles heridos, dos menores de edad. Sin comentarios.