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La Paz, un galimatías

Por - 24 de Abril 2013

La paz es un anhelo de toda sociedad, más aún cuando generaciones de colombianos no hemos experimentado un día de paz. Pero detrás de la acepción existe un sinnúmero de significados que dependen del contexto.

La paz es un anhelo de toda sociedad, más aún cuando generaciones de colombianos no hemos experimentado un día de paz. Pero detrás de la acepción existe un sinnúmero de significados que dependen del contexto.

Llama la atención que el Gobierno y medios estigmaticen a quienes hacen observaciones al proceso de conversaciones con las Farc en La Habana, sobre las  que solamente hay confusión. Una cosa es la terminación del conflicto y otra bien diferente la paz. Mientras que esta implica lo primero, no ocurre lo mismo en sentido contrario.

La razón de este galimatías radica en que Santos se precipitó al inicio de conversaciones sin estar preparado para el proceso. Con una gestión pública lamentable, buscó en los diálogos de La Habana la plataforma necesaria para su reelección. (Columna: ¿Cuál paz: la de Santos o la de Uribe?)

El problema se origina en el llamado “Marco jurídico para la paz” que aprobó a las volandas el Congreso, precisamente el día del atentado criminal contra el exministro Fernando Londoño. Sin definir qué es la paz, ignora que, en cualquier caso, esta pasa por la Verdad, la Justicia y la Reparación. Sin estos preceptos, sin perdón ni olvido, no hay paz. Como se presentan las cosas, Timochenko y sus secuaces, que tanto dolor y sangre han causado, con el simple acto de reconocer responsabilidad lavarán sus culpas y ganaran el derecho a ser conductores políticos del país.

De otra parte, la agenda acordada parte de dos temas cruciales para la guerrilla: el modelo agrario y su inserción en política, dejando de lado el secuestro, el narcotráfico y el terrorismo que han sido los motores de la violencia en Colombia y como si fuera poco, con la mayor desfachatez, las Farc dicen que no secuestran ni son narcotraficantes. (Columna: El sanjuanero del Fiscal, Santos y las Farc)

El caos surge: del Gobierno por su precipitud e incoherencia y de la guerrilla, que con cinismo pretende posar como víctimas. Como si fuera poco, el Fiscal General, en el lugar equivocado, da declaraciones poco afortunadas respecto de condenas contra la cúpula de las Farc. Aunque todos se encuentren incursos en la comisión de delitos graves, de lesa humanidad, si no están penalizados es por la incapacidad de la Justicia. Nadie olvida las masacres del Bojayá, El Nogal,  Machuca y tantas otras, ni los campos de concentración de secuestrados en la selva. Necesariamente tiene que haber justicia, de lo contrario una paz con indulto es un sapo imposible de tragar y digerir.

Decía Martin Luther King, que la paz pasa necesariamente por la justicia y sin esta es un imposible. El análisis ex post facto, indica que la aprobación del Marco para la paz, fue condición indispensable para iniciar conversaciones. Craso error, tanto el Gobierno como las Farc, olvidaron que la justicia es un imperativo tratándose de crímenes de lesa humanidad y que la persecución de estos delitos hace parte del bloque de constitucionalidad y que, si dado el caso un gobierno venal se abstiene de hacerlo, entra a operar inmediatamente la Corte Penal Internacional.

No hay información sobre el proceso, por una premisa del mismo: nada está acordado hasta que todo esté acordado. La información viene de  las altisonantes, cínicas y retadoras declaraciones de la guerrilla. Para rematar Santos anuncia trámite de prórroga de su periodo por dos años, mandando un mensaje equivocado sobre la terminación del conflicto. (Lea: Farc: policías capturados en Colombia son "prisioneros de guerra")

En este estado de cosas, no tiene sentido que Santos, por una parte y Piedad Córdoba a nombre de la Marcha Patriótica, por la otra promuevan marchas de apoyo a unas conversaciones de paz que nadie sabe en que están ni para dónde van. Respecto de la paz, cada vez nos hundimos más en un mar de confusión.

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