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Iván Márquez ante su propia impotencia

Por - 31 de Marzo 2015

Las Farc no están dispuestas a hacer la paz. No lo han estado nunca. Ellas dicen eso una y otra vez, en su estilo peculiar: de manera brutal o de manera sinuosa, según sea su interlocutor, según sea el momento político. Lo dicen pero no les creemos, o no comprendemos. Entonces ellas vuelven a decirlo. Y nosotros volvemos a interpretar las cosas al revés y validamos de nuevo cada paso hacia el desmonte del Estado, y a favor de la narco-guerrilla. Ese es el proceso aberrante que vivimos desde hace cuatro años. Eso es lo que la propaganda de Santos llama “proceso de paz”.

Las Farc no están dispuestas a hacer la paz. No lo han estado nunca. Ellas dicen eso una y otra vez, en su estilo peculiar: de manera brutal o de manera sinuosa, según sea su interlocutor, según sea el momento político. Lo dicen pero no les creemos, o no comprendemos. Entonces ellas vuelven a decirlo. Y nosotros volvemos a interpretar las cosas al revés y validamos de nuevo cada paso hacia el desmonte del Estado, y a favor de la narco-guerrilla. Ese es el proceso aberrante que vivimos desde hace cuatro años. Eso es lo que la propaganda de Santos llama “proceso de paz”.   Lo que Iván Márquez dijo hace unos días en La Habana a un periodista argentino (1) es, de nuevo, lo mismo: que las Farc no están allá para negociar la paz. Carlos Aznares  le preguntó  si “las Farc de hoy” luchan “por la toma del poder y por la construcción del socialismo” como en los tiempos de Tirofijo. La respuesta de Márquez fue muy reveladora: “Si, estamos tratando de avanzar a un estadio que nos permita seguir desarrollando esa lucha en condiciones mejores, pero nuestro propósito es el socialismo. De eso no debe caber ni la menor duda. Porque sabemos que ese es el sistema que nos va a dar verdadera democracia, justicia social, una paz estable y duradera y nos va a dar soberanía y dignidad. Porque el socialismo es humanidad”.   Iván Márquez al decir eso piensa quizás en Cuba y en la difunda URSS y sus respectivos socialismos “humanistas”. Pues está convencido de que la abolición de las libertades es el proyecto más humanitario que haya conocido el universo. Eso cree él. Pero no las mayorías de Colombia.   En seguida, Márquez barrió de un manotazo todo lo que el dócil gobierno de JM Santos ha impulsado en esos diálogos  tratando de dar la impresión de que en Cuba las dos “partes” están en un pulso tremendo para llegar a un acuerdo. Oigamos de nuevo a Iván Márquez: “Nosotros desconocemos plenamente el marco jurídico [para la paz] y la justicia transicional que el gobierno colombiano ha tratado de sacar adelante ante las cortes y ante el mismo Congreso de la República. Nosotros decimos que se está violando de esta manera el acuerdo general de La Habana que ha colocado a las dos partes en el mismo plano de igualdad”.   Después, Iván Márquez sacó el refrito amenazante de que en Colombia todos somos culpables, salvo las Farc, y que por eso todos, desde los presidentes en vida, hasta los “actores responsables no armados”, deben ir a la cárcel, antes de que se firme la paz. Antes, claro, de que un solo guerrillero de las Farc ponga un pié en ese mismo lugar. Lo dice así: “Ahora nos dicen que es imposible en estos tiempos evadir, digamos, la Corte Penal Internacional. La presentan como un superpoder que lo arropa todo en el mundo. Pero es que la CPI no conoce el conflicto colombiano, no sabe qué es Latinoamérica, qué somos los latinoamericanos. A los militares que están frente a nosotros, el General Mora y el General Naranjo, le hemos dicho con relación a este asunto que para las Farc este tema de los máximos responsables trasciende las comandancias de las distintas fuerzas y toca directamente el Palacio de Nariño que es donde están los determinadores, los autores detrás del autor”.   Esos “autores” son: “los presidentes, los ministros como responsables máximos, los partidos políticos, los terratenientes”. Para el jefe comunista, los responsables no son  los actores armados: “Hay actores responsables no armados, y como dijo hace poco el ex presidente César Gaviria Trujillo, tienen que responder también. Para que ocurra un cese judicial definitivo [dicen] que es necesario que los jefes guerrilleros se vayan a la cárcel, pero no nos mencionan para nada a los responsables desde el Estado. ¿Dónde están los presidentes?”.   El jefe terrorista estima que “las responsabilidades son colectivas” y que el propio presidente Santos “ha reconocido que el Estado es responsable por acción y por omisión”. Conclusión: “el Estado es la máxima instancia de imputación (…) es el máximo responsable”. E insiste en la impunidad total: “Nosotros decimos: para los guerrilleros cero cárcel, porque nosotros no hemos venido aquí a que nos metan presos”.   ¿Qué diablos están haciendo entonces los jefes farianos y los enviados de Santos en la Habana? Iván Márquez  lo ha, por fin,  revelado: negociando las mejores condiciones para imponer el socialismo en Colombia, un totalitarismo “humanitario” que será dirigido por las Farc. Ese es el secreto  bien guardado de la “negociación de paz”. Santos no ha desmentido la frase de Márquez. Y esa operación absurda sigue en Cuba, a espaldas de los colombianos. Por eso el presidente Santos quiere que nadie “se meta” en esa discusión. Por eso persigue al Centro Democrático y por eso quiere imponerle una mordaza al Procurador Alejandro Ordoñez.  Por eso dice que la presencia del general Mora en La Habana “ahora es menos necesaria”.   En La Habana no hay, pues, perspectivas de paz, ni de negociación, ni reducción del conflicto. Y no solo por las razones que da Iván Márquez.  Hay otra razón de mucho peso: porque Timochenko y sus hombres no tienen el permiso de sus jefes más altos para hacer la paz en Colombia.   Lo de la Habana se da en un contexto mundial y éste prima sobre lo local. Las Farc son un instrumento de varios poderes que están jugando duro para cambiar la actual relación de fuerzas internacional.  El proyecto anticapitalista de Cuba y de sus gobiernos satélites latinoamericanos cuenta con el daño que puedan hacer las Farc a la democracia colombiana para cambiarle la cara al continente. Unas Farc integradas al juego democrático colombiano es lo peor que podría ocurrirle a Cuba y al eje anti Estados Unidos que está montando la Rusia de Putin.   Las Farc no son libres. Al revelar que la acción en La Habana es para “avanzar a un estadio que nos permita seguir desarrollando la lucha por el socialismo en condiciones mejores”, Iván Márquez exhibe su propia impotencia: no están autorizados  para negociar la paz, ni para abandonar las armas ni para embarcarse en una lucha exclusivamente política.   Están allí para empujar a Colombia  al bloque de países de “democracia popular” que Cuba y Venezuela tratan de erigir sobre las ruinas del sistema liberal latinoamericano.  Las negociaciones de paz en La Habana están para eso y están dando excelentes resultados: Colombia  perdió ya su libertad diplomática ante la mano de hierro de Unasur; ya perdió su posibilidad de extraditar a los narco-guerrilleros, ya comenzó a desmantelar sus fuerzas armadas (las parálisis de la Fuerza Aérea es un primer paso) y a cambiar de doctrina militar; ya ha aceptado la conformación de un sistema social y político distinto para la época de “postconflicto” (los acuerdos de junio de 2014). La crisis institucional, sobre todo judicial, que vive Colombia, es otro resultado de esa evolución. La lista de estragos es larga.   Las Farc quieren que las negociaciones duren varios años.   Entre más dure eso, más desmonte del Estado lograrán y más tensión social habrá en el país. Es lo que necesitan los poderes que han invertido millones, durante décadas, en el proyecto Farc para sacar a Colombia de la esfera democrática.   Sería bueno que entendiéramos eso.  No entender eso es seguir en la beatería actual, en la que los golpes contra el país los vemos como “avances del proceso de paz”.   Las Farc no están autorizadas para pactar la vez. Las Farc no son autónomas. Siempre dependieron de un centro exterior a Colombia. Hoy están en lo mismo aunque el imperio soviético haya colapsado. El poder que las dirige quiere una Colombia de “democracia limitada”,  como las que les está tambaleando en Venezuela y en otros países.  Ese país “nuevo” que quieren que emerja una vez culmine el proceso de concesiones estrambóticas que están obteniendo en La Habana, está llamado a jugar un papel de comodín ordinario en el esperpento antiliberal que algunos patrocinan desde lejos.   (1) Ver la entrevista del 19 de febrero de 2015 de Carlos Aznares, de Resumen Latinoamericano, portal kirchnerista, chavista, fariano, con Iván Márquez: http://www.resumenlatinoamericano.org/2015/02/26/resumen-latinoamericano-tv_19_2_15-entrevista-a-ivan-marquez-que-nadie-tenga-dudas-nuestro-proposito-es-el-socialismo-parte-2/