Hace dos días, Bruno Gollnisch, eurodiputado del partido de extrema derecha francés Frente Nacional, reveló que él había votado contra los acuerdos sobre la exportación de banano entre Colombia, Perú, América Central y la Unión Europea, aprobados por el Parlamento Europeo el 11 de diciembre de 2012.
Ello muestra que la extrema derecha francesa, en los escenarios internacionales donde están en juego los intereses de Colombia, vota como votaría la extrema izquierda colombiana.
Dicho de otra forma: la extrema izquierda colombiana coincide con la extrema derecha francesa cuando se trata de atacar los intereses económicos vitales de Colombia.
Desde 2007, cuando comenzaron las negociaciones entre Colombia y la Unión Europea, esa extrema izquierda hizo todo lo posible para impedir la culminación exitosa de ese acuerdo comercial. Activistas de esa corriente viajaron al Viejo Continente para inundar los medios de mentiras sobre Colombia y su gobierno y para ejercer una presión directa sobre los eurodiputados. Ellos habían hecho lo mismo en Estados Unidos cuando se discutía un acuerdo similar con Washington.
Financiados no se sabe cómo, esos grupos organizaron ruidosos micro-mítines en varias ciudades europeas, y ante la sede del Parlamento Europeo, para exigir el hundimiento del tratado con Colombia. A pesar del apoyo que les brindaron los partidos verdes, los “altermundialistas” y otras sectas trotskistas, ellos fracasaron. Y ese fracaso fue doble. Los eurodiputados votaron finalmente los dos informes Leichtfried (486 votos a favor, 147 en contra y 41 abstenciones) y los únicos que terminaron creyendo las mentiras fueron gente poco recomendable como Gollnisch y los eurodiputados verdes que le tienen un odio feroz a Colombia. Pero esa es otra historia.
El argumento de Bruno Gollnisch es que esos acuerdos “no tendrán los efectos miríficos anunciados para las empresas europeas, incluso si los accionistas se benefician”. Y que “el impacto sobre el empleo [le] parece dudoso”. En su página web (1), Gollnisch se declaró enemigo del libre-cambio y de la finanza. Conclusión: la extrema izquierda colombiana, en materia de economía, libre cambio y finanzas, piensa lo mismo que ese dirigente del Frente Nacional.
Aunque se muestra como “progresista”, la extrema izquierda colombiana tiene más puntos de convergencia con la extrema derecha europea que con otras corrientes políticas y es capaz de gastar millones fuera de Colombia para tratar de quebrar los intereses económicos de su país como intentan hacerlo las formaciones nacionalistas y reaccionarias europeas.
Bruno Gollnisch pretende que los acuerdos entre Colombia, Perú y América Central y la Unión Europea “perjudicarán” a los productores de banano de Martinica y Guadalupe.
Por eso el votó únicamente en favor de la clausula de estabilización que permite, teóricamente, suspender la reducción de la tasa de aduana, o hacer una alza de esa tasa, si las importaciones de banano causan perjuicios graves a los productores europeos.
Es cierto que a algunos productores franceses les gustaría establecer un monopolio del banano en Europa y sacar a los colombianos y a los latinoamericanos de ese mercado. Por eso es que los mamertos, que fabrican mentiras para que Colombia tenga dificultades para exportar sus productos, trabajan objetivamente, quiéranlo o no, por los intereses de los productores europeos, y no por los trabajadores de Colombia, a pesar de sus aburridas soflamas en ese sentido.
¿Esa complicidad objetiva explica por qué los mamertos tienen el dinero que quieren para viajar a Europa y Estados Unidos, para comprar falsos testimonios, hacer filmes mediocres y pagar toda suerte de artilugios de propaganda contra el buen nombre de Colombia?
El banano es uno de los productos que la UE más importa de los citados países. Sobre todo respecto de Colombia y Costa Rica. El acuerdo también beneficiará a los productores de Perú, Panamá, Honduras y Guatemala.
Gracias al acuerdo, el nivel máximo de exportación de banano previsto para Colombia en 2019 podrá llegar a las 1.900.000 toneladas, es decir el doble de las exportaciones actuales. Para Costa Rica el tope será de 1.500 000 toneladas, cuando el volumen en 2010 no superó las 800.000 toneladas.
Eso no es todo. La prensa colombiana estima que “el 99,9 % de los bienes industriales”, dentro de los cuales se destacan productos de la pesca, productos químicos, plásticos y sus manufacturas, cueros, textiles y confecciones, calzado, “podrá gozar de un acceso sin arancel”. Y que nuestros bienes agrícolas y pecuarios como el azúcar y productos azucarados, etanol y biodiésel, carne bovina, flores, frutas, hortalizas, café y sus preparaciones, aceite de palma y tabaco, “tendrán acceso inmediato”.
El editorial de El Mundo, de Medellín, del 12 de diciembre pasado, explicó cuán importante es para Colombia ese acuerdo: “La desgravación de nuestro comercio con los 27 socios europeos tiene una trascendencia enorme, hasta el punto de que según cálculos de Planeación Nacional el Acuerdo podría implicar por sí solo un crecimiento de 1,5 del PIB. En 2011, Colombia exportó a la UE US$8.800 millones y fue el segundo mercado de destino de nuestras exportaciones (15,6 %), después de los EE.UU. (38,1 %).
En el mismo año, el país fue para la UE el primer proveedor de claveles, el segundo de banano y el cuarto de carbón. Nuestra balanza es ampliamente favorable, pues las importaciones de la UE en 2011 fueron de US$7.400 millones, siendo nuestro tercer proveedor (13,7 %), después de EE.UU. (24,9 %) y China (15 %)”.
Sólo los fanáticos que están interesados en que no haya desarrollo agrícola, para que la pobreza siga siendo invocada como pretexto para la violencia, pueden estar contra ese acuerdo.
En un video (2) que fue enviado a los europarlamentarios poco antes de la votación, el senador Jorge Robledo, del Polo Democrático, difama a los productores de banano colombiano al presentarlos como “paramilitares”. Dos activista del Movice (“movimiento de víctimas de crímenes de Estado”), que dirige el representante Iván Cepeda, aseguran que el paramilitarismo es una consecuencia del “desarrollo neoliberal”, que este le va a quitar la tierra a los campesinos, y que el Ejército colombiano “asesina a los jóvenes de los movimientos sociales”. No olvidaron decir que el acuerdo entre Colombia y la UE “va a crear zonas liberadas bajo el control de las multinacionales donde el Estado no podrá ingresar”.
Ese sartal de mentiras culmina con las gesticulaciones de un tal Paul-Emile Duprez quien subraya que “los sindicatos de Colombia y los sindicatos europeos están contra el acuerdo” pues éste “beneficiará únicamente a los inversionistas europeos y a las multinacionales”.
Resulta irónico que los grupos que montaron esa campaña de intoxicación para oponerse a la paz y al desarrollo económico de Colombia son los mismos que están impulsando hoy en Bogotá un curioso “foro agrario” donde tratan de imponer la visión que tienen las Farc de la agricultura y del comercio internacional colombiano.