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El mundo está loco, loco

Por Miguel Gómez Martínez - 23 de Junio 2016

Pocos, hoy, han visto la divertida película de Stanley Kramer de 1963, El Mundo está loco, loco, loco, con Spencer Tracy. Pues el mundo está loco, loco.

Pocos, hoy, han visto la divertida película de Stanley Kramer de 1963, El Mundo está loco, loco, loco, con Spencer Tracy. Pues el mundo está loco, loco.

España lleva 7 meses sin Gobierno y se apresta para una elección que no parece aclarar el escenario político. Es probable que el movimiento Podemos, un híbrido de izquierdismo trasnochado y chavismo europeo, pueda convertirse en un aspirante a formar parte de un próximo gobierno.

Rajoy, desprestigiado y sin carisma, se aferra a una opción de gobierno que nadie quiere, pero cuyas alternativas serían muy peligrosas. Los españoles no le creen a las fuerzas políticas tradicionales desgastadas por la corrupción y la incapacidad de ofrecer respuestas a los grandes desafíos sociales.

Locos, locos, los británicos, que mañana decidirán si abandonan la Unión Europea. Es cierto que, por su carácter insular, los británicos han sido poco entusiastas del esquema de integración. No forman parte del Tratado de Maastricht, que creó el euro ni del Acuerdo de Schengen sobre libertad de circulación de personas dentro del territorio de la Unión. Pero de ahí a renunciar al esquema de mercado único y aislarse de sus mercados naturales, existe un largo trecho. La campaña para el referendo, que parecía fácil para el mediocre gobierno de David Cameron, se ha convertido en reto mayor que tiene en ascuas a los mercados financieros internacionales. Si los británicos votan por salir de la Unión Europea, el riesgo de que se disuelva el modelo de integración del Tratado de Roma (1958) puede ser alto.

Locos, locos, los estadounidenses, cuya próxima elección presidencial se jugará entre una mujer ambiciosa y sin escrúpulos como Hillary Clinton, y un simplista agresivo como Donald Trump.

Clinton es el sinónimo del establecimiento de Washington, que está bloqueado y no logra encontrar puntos de consenso para los temas apremiantes. Trump es el símbolo del capitalismo salvaje, depredador, especulativo, que desprecia la historia y la cultura. Algo muy grave está pasando en el sistema político de esta gran nación si las opciones electorales son así de indeseables.

Locos, locos, los líderes desprestigiados como José Luis Rodríguez Zapatero, o Ernesto Samper, buscando salidas para salvar a Nicolás Maduro. Venezuela, en medio de una crisis humanitaria de proporciones inimaginables, intenta sacudirse de años de chavismo que destruyeron la capacidad productiva, polarizaron la sociedad sumiendo al vecino país en la pobreza y la violencia. Darle oxígeno a ese Gobierno es mostrar desprecio por el sufrimiento de ese pueblo que ha pagado muy caro su tentación populista.

Loco, loco, un presidente como Santos que, en un evento internacional, amenaza a sus ciudadanos con violencia para que lo respalden.