Una de las aristas poco advertida de los TLC que se firman es el costo fiscal de los mismos, a consecuencia de los menores recaudos por concepto de aranceles, ya que estos se eliminan, en algunos casos en forma inmediata y en otros de manera gradual y progresiva. Según las cifras que maneja la Cámara de Comercio Colombo – Americana, los exportadores de los EE.UU. le pagaban a Colombia US $22 cada segundo por concepto de aranceles, unos US $2 millones diarios. Pues bien, esto mismo es lo que está dejando de recaudar desde el momento mismo en que entró en vigor el TLC con la potencia del Norte.
Cuando estábamos en el filo de la discusión sobre el TLC que se negociaba con EE.UU. advertíamos sobre el costo fiscal en que iba a incurrir el país por cuenta del mismo, lo cual iba a agudizar el déficit fiscal crónico que acusa la economía colombiana. El entonces Director del DNP Santiago Montenegro juró y perjuró que “El TLC mejora, no empeora las cuentas fiscales”. Por su parte Hernando José Gómez, Jefe del equipo negociador de dicho tratado por parte de Colombia, dijo que “los menores ingresos no significan la necesidad de nuevos impuestos, puesto que el impacto del TLC será tan grande sobre la actividad económica que generará más trabajo, que implicará más consumo, más producción, pago de más IVA, retención en la fuente, renta”.
Las aulagas fiscales serán mayores, habida consideración de la decisión que tomó el Gobierno Nacional mediante los decretos 4114 y 4115 de finales de 2010 de rebajar unilateralmente el arancel nominal del país de un promedio del 12.2% al 8.3%. Con sobrada razón la revista Forbes describió a Colombia recientemente como “nuevo paraiso del libre comercio”. (Lea: Cámara Gremial de la Leche, alarmada por las consecuencias de los TLC)
Según las conclusiones a las que arribó un estudio de Planeación Nacional, “si la inversión en la economía colombiana creciera 10% o más (en términos reales) como resultado del acuerdo, el TLC se pagaría a sí mismo fiscalmente”. El DNP fue más lejos al considerar que “los ingresos tributarios se incrementarían entre 0.6% y 0.8% del PIB” por cuenta del TLC con los EE.UU.. Pero, ya veremos cómo la realidad se aleja a leguas de este escenario hipotético.
Pues bien, los recaudos por concepto de aranceles se resintieron y en 2012 el recaudó bajó US $683 mil millones con respecto a 2011 y en los primeros cuatro meses de este año se captó $1 billón, $200 millardos menos que en igual período de 2012.
El Presidente de ANALDEX Javier Díaz dio un parte de tranquilidad al señalar que “en relación con el costo fiscal de los TLC, me parece que la disminución de los ingresos fiscales por la eliminación de los aranceles se ve compensada por los mayores ingresos derivados del pago del IVA asociado a las mayores importaciones”. Pero, la realidad es bien distinta y no respalda la afirmación de Javier Díaz. En 2012 el recaudo por concepto de IVA externo apenas sí subió $482 millardos con respecto a 211, al pasar de $12.500 millardos a $12.982 millardos, restarían más de $200 millardos para compensar el menor recaudo por concepto de aranceles.
Y este desfase continúa en el presente año, ya que en los primeros cuatro meses de 2013 solo se recaudó por concepto de IVA externo $3.1 billones, $100 millardos menos que en igual período de 2012. (Columna: Por qué se protestan los TLC?)
Es decir, que las cuentas no cuadran, allí sigue el hueco fiscal, que a la postre habrá de repercutir en mayores tributos para tratar de taparlo. Si a este efecto sobre las finanzas públicas le sumamos la reducción del superávit de la Balanza comercial, ello repercutirá más temprano que tarde en la necesidad de un mayor endeudamiento como única forma de financiar el creciente déficit de la Cuenta corriente de la Balanza de pagos.
La situación es tanto más preocupante si tenemos en cuanta que el superávit cambiario atribuible al sector de minas e hidrocarburos casi que no alcanza a absorber el déficit comercial del sector manufacturero. De ese tamaño es la crisis a la cual estamos abocados, vamos hacia el despeñadero con los ojos abiertos y parece que no nos damos cuenta.