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Una merienda sana y saludable para los niños

14 de Diciembre 2015

Una de las preparaciones más recurrentes son los sándwiches con embutidos, una elección válida siempre que se sigan las recomendaciones de consumo.   Fáciles de preparar, los sándwiches son una buena opción para las onces, desayunar o llevar en viajes de un día. Las variedades son infinitas, tanto como las preferencias y el grado de originalidad de cada persona. Una de las preparaciones más recurrentes son aquellos que tienen una base de embutidos como el jamón o la mortaleda, una elección válida y segura siempre que no se abuse de su consumo y se sigan las recomendaciones de ingesta para este tipo de productos. En la variedad está la seguridad. (Blog: Indulto a la carne: de villana nutricional a estrella gastronómica)   Los sándwiches están entre las opciones más utilizadas cuando se prepara comida para llevar fuera de casa (viajes, escuela o trabajo). También son una buena idea para medias nueves y desayunos infantiles si se apuesta por la variedad. De hecho, supone una alternativa más sana que algún producto industrial.   Desayunar o merendar con pan aporta hidratos de carbono que se convierten en azúcares y estos en energía. Por tanto, un sándwich bien elaborado y equilibrado es una buena elección si se sigue una dieta variada, en la que tienen cabida frutas, verduras, pescado, carne y cereales, todos en las cantidades y raciones adecuadas.   Opciones sanas para los bocadillos   El desayuno y la merienda son dos comidas imprescindibles, tanto para niños como para adultos. Se calcula que la merienda debe representar el 15% de la ingesta total diaria. Ambas comidas se realizan para no estar tantas horas sin ingerir alimentos entre las comidas principales. Si no se hace, se puede llegar a la hora de la cena muy hambriento y comer con mucha ansiedad (rápido y masticar poco), lo que conlleva digestiones muy pesadas. De ahí la importancia de merendar o desayunar. Las opciones son numerosas y entre ellas se encuentran los bocadillos. (Blog: Los beneficios de consumir carnes rojas durante el embarazo)   Fríos o calientes. Los alimentos que pueden ir en el bocadillo son muchos, desde lácteos (queso fresco, quesitos), vegetales (hojas de lechuga, tomate, zanahoria rallada) y embutidos (jamón serrano, jamón cocido, chorizo o mortaleda). Dentro de los fiambres y los embutidos, los menos grasos que aportan proteínas y vitaminas son el jamón serrano, el lomo, el jamón cocido y la pechuga de pavo o pollo. Es recomendable no caer en la monotonía y usar distintos tipos de carne para cada día. Debe tenerse en cuenta que, si se come de todo en las cantidades adecuadas, nada es perjudicial.   Una de las recomendaciones es que también se añadan ingredientes "verdes", es decir, vegetales que contribuyen con fibra y vitaminas. Es importante también vigilar el aderezo. Las salsas, con moderación.   Si bien el contenido del bocadillo es importante, también lo es el pan. El normal tiene menos grasas que el pan de molde; por tanto, es preferible el primero. El pan integral posee un valor nutritivo superior al blanco, pues aporta más vitaminas y fibra. También es importante no olvidar las raciones de pan; se calcula que un bocadillo de unos 80 gramos resulta una ración válida para un adulto con un estilo de vida más bien sedentario. (Blog: 8 tips saludables para disfrutar de las carnes rojas)   Precauciones sanitarias en la elaboración de bocadillos   Cuando se prepara un sándwich con jamón cocido, por ejemplo, debe tenerse en cuenta que se manipulan las lonchas, que entran en contacto con las manos, la mesa y otros utensilios. En estos casos, puede producirse una contaminación microbiana, que aumenta si las condiciones de tiempo y temperatura son favorables. Uno de los patógenos más asociados a la elaboración de bocadillos fríos es Staphylococcus aureus, relacionado con las carnes curadas cocidas, como el jamón.   Otros patógenos que pueden vincularse a este tipo de alimento es la histamina, asociado sobre todo al pescado y una conservación del alimento a temperatura ambiente. También se detecta en quesos o embutidos.   Para evitar riesgos es importante que las meriendas o desayunos no se dejen a temperatura ambiente durante más de cuatro horas; limitar tanto como sea posible el tiempo que transcurre entre la elaboración y el consumo; almacenarlos a temperaturas de refrigeración, si es posible; y envolverlos bien. El sándwich debe mantenerse frío hasta que se coma y no aderezarlo, si es el caso, hasta el momento de la ingesta. Debe tenerse en cuenta que uno de los alimentos que más se estropea con el calor, por ejemplo, son las proteínas de origen animal menos cocinadas o crudas. (Blog: Carne de res, fuente de hierro y proteína)   El pan necesita unas condiciones de conservación especiales para evitar cambios físicos y químicos. Temperatura de almacenamiento o migración de la humedad se asocian a la dureza del pan. El envasado correcto reduce la pérdida de humedad a la atmósfera. Si no se consumirá en uno o dos días, es recomendable guardarlo en una panera o bolsa de papel, no de plástico, para evitar la humedad. Si se comerá al cabo de más de dos días, entonces es mejor meterlo en una bolsa de plástico y congelarlo. Entre las principales amenazas del pan están los hongos (Aspergillus y Penicillium).   Lea el texto original en este enlace