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Por - 20 de Agosto 2014
En los levantamientos de suelos realizados en algunos sectores de los páramos de Santurbán, Almorzadero, Cajamarca, Las Hermosas y Guerrero, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, IGAC, encontró graves impactos.
En los levantamientos de suelos realizados en algunos sectores de los páramos de Santurbán, Almorzadero, Cajamarca, Las Hermosas y Guerrero, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, IGAC, encontró graves impactos.
Durante las visitas de campo realizadas por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, IGAC, para elaborar el levantamiento semidetallado de los suelos en los páramos de Santurbán y Almorzadero (Santander y Norte de Santander), Cajamarca y Las Hermosas (Tolima, Quindío, Valle del Cauca y Risaralda), y Guerrero (Cundinamarca), el panorama encontrado fue más alarmante de lo esperado.
El IGAC realizó diversos muestreos y análisis en varios sectores de estos ecosistemas para evaluar las características y calidad de los suelos, lo que también le permitió analizar tanto los impactos ambientales negativos como positivos causados por la agricultura, ganadería, minería, desarrollo rural y pérdida de la biodiversidad. El resultado fue contundente. En ninguno de los muestreos realizados predominó el cuidado de la biodiversidad, la agricultura o la ganadería sostenible, o la minería con técnicas amigables con el medio ambiente. (Lea: Presentan programa para proteger páramos y bosques en Boyacá)
Los cinco páramos al desnudo
Santurbán y Almorzadero
En estos páramos el IGAC evaluó aproximadamente 81 mil hectáreas, realizó 732 observaciones y 11 perfiles de suelos. Fueron visitados los municipios de Chitagá, Arboledas, Mutiscua, Pamplona, Santo Domingo de Silos, Cáchira, Suratá, California, Tona, Cerrito, Concepción, Málaga y Carcasí.
Los impactos ambientales negativos en el área muestreada de Santurbán ocuparon el 71 % de la zona evaluada. De este total, los principales protagonistas fueron las precarias prácticas agrícolas y el desarrollo rural (adecuación de vías, establecimiento de lotes, construcción de infraestructuras y disposición de residuos), cada uno con el 28 % de impactos negativos.
Le siguen la minería con el 25 %, la ganadería con el 10 % y la pérdida de biodiversidad por aprovechamiento de la fauna o extracción de zonas de bosque, con 9 %.
Por su parte, el resultado en el páramo de Almorzadero fue del 64 % de impactos negativos, en su mayoría causados por la agricultura (51 %), desarrollo rural (23 %), ganadería (11 %), afectación de la biodiversidad (10 %) y minería (5 %). (Lea: Decálogo para prevenir incendios forestales)
Cajamarca y Las Hermosas
Estos ecosistemas abarcan municipios de los departamentos del Tolima (Casablanca, Herveo, Marulanda, Villahermosa, Murillo, Santa Isabel, Anzoátegui, Ibagué, Cajamarca, Roncesvalles y Chaparral); Quindío (Génova, Pijao y Córdoba); Valle del Cauca (Sevilla) y Risaralda (Santa Rosa de Cabal).
En esta primera fase de levantamiento de suelos, el IGAC visitó 14 municipios, realizó 1.062 observaciones y levantó 34 perfiles, en un área de aproximadamente 99 mil hectáreas.
Según las 36 muestras de suelos, los impactos negativos en ambos páramos reinaron en el 62 %, del cual el 76 % es por la quema del ecosistema para la cría de ganado, el 9 % por agricultura, 9 % por desarrollo rural y 4 % por la pérdida de la biodiversidad por la caza de especies silvestres.
En esta zona, el IGAC también evidenció conflictos por la explotación minera de oro por parte de multinacionales y problemas de orden público en el municipio de Anaime.
Guerrero
El IGAC analizó un área de 38 mil 068 hectáreas, distribuidas en los municipios de Carmen de Carupa, Cogua, Pacho, San Cayetano, Subachoque, Susa, Sutatausa, Tabio, Tausa, Ubaté y Zipaquirá. Se realizaron 710 observaciones y 36 muestras de suelo.
Según los expertos del Instituto, fueron evidentes el exceso de cultivos de papa, la transición del ecosistema de bosque a áreas de pasto y los bosques achaparrados.
La agricultura artesanal tuvo 47 impactos críticos y 3 compatibles; la ganadería, 28 severos y 10 críticos; la minería, 17 críticos, 8 moderados y 3 severos; el desarrollo rural, 20 compatibles; y la pérdida de biodiversidad, 4 críticos, 4 compatibles y 5 severos. (Lea: Con las matemáticas se podrían prevenir enfermedades en cultivos y árboles)
“Esta correlación entre los resultados de los estudios de suelos y el análisis medioambiental, es un insumo integral que debe ser utilizado por el Ministerio de Ambiente, las Corporaciones Autónomas Regionales y autoridades locales, frente a las propuestas de la delimitación de los ecosistemas estratégicos y las actividades que allí se realizan”, puntualizó Nieto Escalante.
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