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El telegrafista nació en Sincé

Por CONtexto ganadero - 14 de Julio 2014

Lo recuerdo cuando insertaba en la puerta la placa “Gabriel Eligio García. Médico Homeópata”, en la casa del pie de la popa, en la que viví con la familia García Márquez. Acababan de llegar a Cartagena empujados por los inviernos interminables y las tensiones políticas que hicieron de Sucre (Sucre) una caldera del diablo.

Lo recuerdo cuando insertaba en la puerta la placa “Gabriel Eligio García. Médico Homeópata”, en la casa del pie de la popa, en la que viví con la familia García Márquez. Acababan de llegar a Cartagena empujados por los inviernos interminables y las tensiones políticas que hicieron de Sucre (Sucre) una caldera del diablo. Había estudiado homeopatía después de abandonar el oficio de telegrafista que lo llevó a Aracataca y al amor inderrotable de Luisa Santiaga. Esos amores asombrosos fueron la fuente de “El amor en los Tiempos del Cólera” y son relatados en la hermosa fantasía – realidad de “Vivir para Contarla”.

Había nacido Gabriel Eligio en Sincé, en Diciembre de 1901, de las relaciones casuales de Argemira García y Gabriel Martínez Garrido, el abuelo, que a decir de Gabito, fue “un maestro de escuela legendario”, quien con la tacañería de la senectud le había dado un solo mango para él y Luis Enrique, desgajado de un árbol tan frondoso como famoso en la comarca. No fue el origen de Gabriel Eligio obstáculo alguno para su temperamento inquieto e iluso. Graduado de bachiller se fue a Cartagena e ingresó a la Facultad de Medicina durante dos años, cuando tuvo que retirarse por falta de recursos. No se amilanó. Regresó a Sincé, aprendió telegrafía, la comunicación moderna de la época, y en su ejerció emprendió viajes sin descanso y negocios sin éxito.

En la biografía de Gabriel García Márquez, de Gerald Martin, hay un obstinado lunar: el trato desconsiderado que le da al padre del Nobel. Se empeña en presentarlo como vividor, abusador, irresponsable. El haber dejado en casa de los abuelos al primogénito, lo trastoca en un abandono desalmado. No ha comprendido que en nuestra cultura dejar al hijo en esas manos, es un sacrificio en pro de su bienestar, mientras los padres salen a buscar “el bote de remos” para vencer las aguas de la pobreza.

Al pretendiente enamorado, lo califica como un cazador de fortunas, desconociendo el carácter  idealista y generoso de Gabriel Eligio. Cuando releí la biografía, tuve  la certeza que el autor había tenido una relación difícil con sus progenitores y así lo dije a una persona de la familia, quien respondió: “claro, Martin me confesó que nunca había recibido un beso de sus padres”. Ya Gabito había escrito: “Nunca compartí la visión maligna de que la paciencia con que mi padre manejaba la pobreza tenía mucho de irresponsable”.

Es Sincé un municipio que se destaca por su ganadería modernizada y una clase profesional distinguida y exitosa. Allí vivió la familia completa cuando Gabriel Eligio montó

una de sus tantas farmacias. Ahora, un grupo de sus profesores e historiadores se han propuesto colocar a Sincé en la ruta garcia-marquiana. Con el mismo propósito, Jaime García Márquez quiere sacar a la luz la saga escondida de los García Martínez. Empezaremos en Sincé el 17 de Julio.